Votar sí, votar no: la independencia de funciones no existe

Por Sharvelt Katán
Moreno necesita cambiar al Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, y con eso empezar a desatar los nudos que el correísmo dejó a lo largo del Estado, en cuanto institución pública pudo. Eso suena coherente y necesario.
Que el enfoque de la tercera pregunta sea cesar al Consejo actual, entonces parece ser lo más adecuado, y, de hecho, todo opositor del régimen tendrá que, patrióticamente, darle ese punto a Moreno.
Porque es cierto que la estructura del Estado no debería deberse a un solo centro gravitacional que, además, parece conforme con saber que puede gobernar, aunque no tenga la Presidencia. Y es cierto también que lo más sano es que la independencia de funciones se asiente en la no vinculación de sus autoridades a quien tenga el título de primer mandatario de la nación.
Hasta ahí, Moreno parece haber dado en el clavo al tratar de revertir lo que a Correa le costó diez años edificar; malsanamente, por cierto.
El problema es que Moreno no es muy distinto de su antecesor. Y la intención es clara: desmontar el “correísmo” no atiende a la necesidad de saneamiento, sino a la intención de montar un “morenismo” en el aparato estatal.
Eso quedó claro cuando se supo que la alternativa al actual Consejo sería uno de transición, donde la voluntad de Moreno sí que se impondrá a la hora de designar a sus miembros, quienes, por cierto, podrán anticipar la terminación de los períodos de las autoridades designadas por el viejo Consejo. Dicho de manera amigable, Moreno podría decidir quiénes serán los que decidan el futuro del aparato estatal. Y claro está que la gente de Correa no formará parte de ese proyecto.
Pero, aunque parezca necesario e impostergable el desmantelamiento del Estado que dejó Correa, suplantarlo por otro que se asienta en el mismo propósito no es buena idea. Porque con todas las funciones despejadas y Moreno encima del Consejo de Participación Ciudadana, lo más seguro es que la receta se repita, aunque el chef haya cambiado.
Nuevamente, la necesidad real de la ciudadanía de ver un Estado saneado parece ser una plataforma para que quienes no lo controlan todo, lo puedan hacer; y lo peor, con la venia y la firma del electorado que, mareado por la extensión de la pregunta 3, pensará que sacar a este Consejo es garantía suficiente para que el monopolio del Estado se acabe pronto.