
Por Daniela Chacón / Foto Clay Junell
Estamos muy mal acostumbrados a pensar que la ciudad es un sitio de paso entre nuestras actividades cotidianas y que la mejor manera de “pasar” es en un vehículo particular. Las ciudades, desde hace ya varias décadas, se planifican y construyen para asegurar la movilidad de vehículos, olvidándose de las personas y sobre todo olvidándose que la ciudad debe ser un lugar de encuentro para sus habitantes. Esta visión ha significado que la planificación y las inversiones se concentren en temas como la gestión del constante aumento del tráfico vehicular, la ampliación de vías y la construcción de intercambiadores, entre otros.
Sin embargo, los problemas de movilidad no han sido resueltos y a ello hay que añadir las externalidades negativas de este modelo de ciudad: ruido, contaminación, riesgo de accidentes, estrés, poca cantidad de espacio público y obstáculos urbanos. Éste es el panorama al que deben enfrentarse los habitantes en la gran mayoría de las ciudades haciendo que nuestra experiencia en el día a día sea una de agobio y alejándonos de nuestro sentido de pertenencia a la ciudad en que vivimos.
En Quito, si bien se han reducido las fatalidades en siniestros de tránsito, continuamos con altos índices de atropellos, heridos y fallecidos entre peatones y ciclistas con cifras que nos deben alarmar y que no podemos tolerar ya que son prevenibles.
A continuación un cuadro con las cifras de los años 2015 a mediados del 2017 con datos obtenidos de la Agencia Metropolitana de Tránsito.
Adicionalmente, en nuestra ciudad alrededor del 23% de la población se moviliza en vehículos particulares (Encuesta EDM11) y si bien el resto de la población usa otros modos de transporte -especialmente el transporte público-, la infraestructura, inversiones y ocupación del espacio público han estado principalmente orientadas al vehículo privado. Sin embargo, esta realidad está cambiando. Los recientes acuerdos internacionales como la Cumbre de París COP21 o la Nueva Agenda Urbana producto de Hábitat III han traído nuevamente a la conversación la necesidad de construir ciudades más humanas donde los efectos negativos del tráfico se reducen y se promueven otras formas de movilizarnos, como la bicicleta y la caminata.
Algunas personas me han dicho que pensar en la bicicleta y caminata como modos de transporte es algo de Escandinavia y que nunca podría funcionar en Quito, que siempre será marginal. ¡No podría estar menos de acuerdo!
Sé que esta transformación en la manera de transportarnos implica un cambio cultural pero si no empezamos ahora, cada año que pasa será más difícil y más costoso avanzar. Además, las estadísticas de Quito nos ayudan. De acuerdo al estudio realizado para la construcción de la primera línea del metro, si el parque vehicular sigue creciendo al ritmo que lo ha hecho en los últimos años, para el año 2030 Quito tendrá un millón de vehículos. ¡Un millón de vehículos! ¿Se imaginan a esta ya caótica ciudad con el doble de autos que tenemos ahora?
Por otro lado, el mismo estudio demuestra que la mayoría de los viajes que se hacen en vehículo particular son de menos de 5 km, lo que quiere decir que muchos de estos viajes se podrían hacer combinando diferentes modos de transporte como la bicicleta, la caminata y el transporte público. Este nuevo modelo de ciudad no implica una guerra al vehículo privado o sus dueños, sino lo opuesto, busca que todos nos movilicemos de la manera más eficiente y sostenible posible. En los viajes más cortos, el uso del vehículo particular lo único que genera es mayor congestión y contaminación.
Para que esto sea posible, por supuesto que se debe mejorar la actual infraestructura y las condiciones de inseguridad en las que peatones y ciclistas nos movilizamos; sin embargo estas razones no deben ser una excusa para no empezar esta transformación desde las decisiones que tomamos el día a día. Sí que podemos cambiar nuestros hábitos para poner nuestro grano de arena como habitantes de esta linda ciudad que nos acoge.
Ahora bien, la responsabilidad que tiene el Municipio de Quito en impulsar un nuevo modelo de ciudad más amigable, inclusiva, segura y sostenible es medular. Tanto del Ejecutivo como del Legislativo municipal. De allí que, a través de un proceso participativo llevado a cabo por varios meses con colectivos de peatones y ciclistas, construimos un proyecto de ordenanza para dar un marco regulatorio y de promoción a la caminata y la bicicleta como opciones reales para movilizarnos en la ciudad.
Este proyecto de ordenanza busca precisamente garantizar que el Municipio de Quito mejore las condiciones en las que peatones y ciclistas nos movilizamos pues no podemos seguir viviendo en una ciudad que está pensada y construida para personas jóvenes y atletas que pueden sortear todos los obstáculos con los que nos encontramos diariamente en nuestro andar. Debemos construir ciudades 5-85, es decir que sean aptas tanto para niños de 5 años como para abuelitos de 85, para personas con discapacidad, para padres de familia con coches de sus niños, mujeres con las compras de la semana y para quienes tienen una limitación de movilidad temporal.
Por ello, el proyecto de ordenanza se enfoca en 4 grandes ejes:
- Reconocer que la caminata y la bicicleta son medios de transporte y por tanto requieren de infraestructura y atención adecuada para que los trayectos en estos modos de transporte sean cómodos y seguros. Sin buenas aceras, cruces seguros, zonas peatonales o ciclovías seguras no podemos avanzar seriamente.
- Incorporar el concepto de movilidad sostenible como un eje de planificación prioritaria en la ciudad y garantizar que las obras se realicen siempre considerando las necesidades de todos los actores de la movilidad, prioritariamente a los peatones y ciclistas. ¡No más intercambiadores en los cuales es imposible e inseguro cruzar!
- La educación es clave para el cambio cultural y el respeto mutuo que nos debemos tener en las calles. Por ello, la ordenanza establece capacitaciones obligatorias en seguridad y cultura vial para conductores de todo tipo de vehículos, a través del proceso de matriculación vehicular y a los ciclistas a través de un registro de bicicletas. Y campañas de educación continuas a la ciudadanía.
- Más allá de construir la ordenanza con participación ciudadana, se creará una mesa interinstitucional con inclusión de la ciudadanía para verificar y dar seguimiento al cumplimiento de la ordenanza. Los quiteños debemos estar involucrados en todas las etapas de la gestión pública.
La ordenanza está siendo debatida en el Concejo Metropolitano y contamos con que sea aprobada para finales de año. Caminar y ciclear no sólo trae beneficios en términos de salud, calidad de vida y reducción de la contaminación ambiental, sino que nos devuelve la ciudad para disfrutarla. Poner las necesidades de las personas primero es fundamental para el desarrollo de ciudades vitales, sostenibles, sanas y seguras. Pero también nos sirve para recuperar la noción y función del espacio público como un lugar de encuentro, una herramienta vital para lograr un Quito sostenible y una sociedad abierta y democrática.