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Ecuador necesita leyes de Inteligencia y Seguridad Ciudadana

Por Reinaldo Endara

El atentado en San Lorenzo, ocurrido en enero, encendió las alertas sobre una situación que si bien no es nueva, parece que eleva su intensidad en Ecuador: la incursión de grupos criminales y subversivos en territorio nacional.

Para analizar este tema en todo su contexto, es decir todo lo que a seguridad nacional se refiere, La Caja Negra dialogó con el ex Comandante de las Fuerzas Armadas, ex alcalde de Quito y ex diputado y asambleísta, Paco Moncayo.

Hace pocas semanas se produjo un atentado con coche bomba en San Lorenzo y al menos un enfrentamiento en la frontera norte que involucra a grupos subversivos colombianos y al Ejército ecuatoriano. ¿A qué se puede atribuir que suceda un hecho de este tipo en el país?, ¿qué lectura le puede dar?

No es el primer hecho que se produce en el país, me refiero a atentados de esta magnitud. En los años 80´ hubo combates en el mismo sector, cuando un grupo subversivo colombiano se pasó a territorio ecuatoriano.

El problema colombiano ha estado desbordándose permanentemente hacia nuestro territorio. Lo que pasó en Angostura es otro ejemplo. Colombia vivía una guerra interna con varios grupos insurgentes. En esos años, por el otro lado estaba Perú, en igualdad de circunstancias: en una guerra en la que participaba más de un movimiento subversivo. En Ecuador, por la propia naturaleza de su desarrollo histórico, no teníamos esos niveles de confrontación y -de alguna manera- el país se convertía en un santuario para las tropas subversivas, porque cuando estaban desgastadas, se ponían traje de campesino y pasaban a curarse en Lago Agrio y otros territorios.

Lo que quiero decir es que el problema no es de ahora. Ha existido durante décadas, porque son desbordamientos del conflicto colombiano hacia territorio ecuatoriano.

Pero este atentado vendría a visibilizar de alguna manera -a mayor escala- este problema…

Lo que pasa es que este es un nuevo escenario, que viene dado de la firma de la paz entre Colombia y las FARC. Llevamos más de una década hablando sobre el pos conflicto colombiano. Ha sido tan larga la negociación de la paz, que los expertos han dedicado mucho tiempo a debatir, dentro y fuera del país, sobre lo que sucedería cuando las FARC firmen la paz; todos coincidíamos en que no se iban a desmovilizar como conjunto, porque ya habían degradado a una fuerza narco-subversiva. Es decir, ya no eran las FARC ideológicas, con tintes heroicos, que luchaban para reemplazar el modelo burgués de Estado… Ya eso quedó en el pasado, mucho más cuando implosionó la Unión Soviética , cayó el muro de Berlín y China entró en una economía de mercado.

Entonces, mucha de esa gente ya había incursionado en negocios del crimen organizado, por lo que ya sabíamos que firmada la paz, no todos sus integrantes iban a optar por la política, sino que se quedarían con lo que venían haciendo.

Es decir que esos grupos que se quedaron operando son los que generan este tipo de conflictos que llegan con más fuerza a Ecuador.

Existen desde hace mucho tiempo. Son lo que los colombianos llaman “bacrim”: bandas criminales emergentes. Entonces, con este largo debate del pos conflicto, incluso en las agendas del Ministerio de Defensa ya consta esta amenaza, como prioritaria. De manera que lo que pasó no debe sorprendernos, porque es un evento que estaba largamente anunciado.

La firma de la paz -que debería completarse con el ELN, porque si no sería a medias- va a implicar un cambio geopolítico sustancial en la región, porque Colombia va a pasar a ser una potencia económica y eso está en todas las previsiones estratégicas, en todos los escenarios desarrollados por los centros de estudios estratégicos del mundo: Colombia va a ser un centro de desarrollo poderoso en América del Sur y la paz va a ser pura ganancia para los colombianos.

Pero todavía existen estas células criminales, que quizás no tienen el mismo poder que las FARC, pero que van adquiriéndolo.

De esto no hay que asombrase, porque es lo que está pasando en el mundo. En la OTAN, hace unos 15 años, se aprobó su Consejo Estratégico y se determinaron cuáles eran las nuevas amenazas a la seguridad de las naciones y casi dieron por descartados conflictos territoriales y peor conflictos por fronteras entre estados. Hay que entender que en el siglo XXI, las fronteras han perdido ese concepto casi místico o sagrado y de soberanía; incluso la propia soberanía, de la cual solo aquí hablan como que fuera la ostia sagrada, está concebida de otra manera en el mundo.

Entonces, las amenazas son la narco-violencia, el tráfico de personas, el tráfico de órganos, el lavado de dinero… Con particularidades: son amenazas globales y supranacionales, son mafias que tienen más dinero que cualquiera de nuestros estados, por lo que pueden contratar los mejores expertos. Por ejemplo, estamos en la época de la ciber-guerra y ellos tienen los mejores expertos cibernéticos, porque les pueden pagar lo que no puede pagar una nación. Tienen sistemas administrativos tan ágiles, que los estados quedan muy atrás, porque ellos no tienen restricciones, a diferencia de un gobierno democrático, que sí tiene restricciones con su población, con los sistemas de fiscalización…

Estas mafias cambian de modelos administrativos con una enorme facilidad. Los grandes cárteles no son organizados como en un principio y hoy tienen una distribución territorial sobre la base de funciones y según las funciones operan en un territorio u otro. Su enfoque es sistémico y funciona muy bien, de ahí lo resultados.

Aquí hay un tema adicional: los estados y las sociedades son ciegas al desarrollo histórico.

¿A qué se refiere con esa afirmación?

La legalización de ciertas sustancias se ha venido debatiendo durante años y se ha comprobado, históricamente, que lo que configura un gran negocio es justamente la ilegalidad de algo. Eso pasó durante la veda del licor en los años 40´, en Estados Unidos.

Incluso hubo una comisión de exjefes de Estado que recomendaron seriamente analizar la legalización, como la única forma de control en el marco de la ley. Algo se ha avanzado en países que tienen un mejor desarrollo político y social, como Uruguay. Ahí nadie se rasga las vestiduras porque se haya legalizado el uso de la marihuana y no solo con fines medicinales, sino lúdicos también.

Todo lo que he dicho es para explicar que ese coche bomba en San Lorenzo, no es más que un elemento dentro de este gran escenario que acabo de explicar.

Ya que topa el tema de los grandes cárteles de droga, no hace mucho la DEA y la Procuraduría mexicana emitieron sus correspondientes informes sobre la operación de los cárteles y su presencia en el mundo. De ahí se desprende que son cuatro organizaciones narco-delictivas las que operan en Ecuador, algo que ha sido negado a medias por las autoridades. ¿Cómo explicar su presencia en el país?

Primero, creo que no es que están aquí o están acá. No hay que geografizar esta amenaza, porque esa es la mentalidad moderna, del siglo XX. Aún no cambiamos al chip del siglo XXI, de la mentalidad posmoderna, en la que la territorialización es un elemento difuso.

No se puede decir que no están aquí, claro que están aquí. Ahora, como son culpables de que esto haya pasado en gran medida, tienen que negarlo…

¿Quiénes son culpables y de qué?

Cuando se levantó la base de Manta, se lo hizo de manera ilegal, porque su instalación nunca se debatió en el Congreso, sino que se instaló con un informe de la Comisión de Asuntos Internacionales, dirigida por el señor Heinz Moeller; consideré -aún lo hago- que no estuvo bien. Yo era partidario y sigo siendo, de que un país soberano no debe tener bases extranjeras en su territorio, porque cada país debe defenderse. Lo que sí se puede tener es un fluido sistema de cooperación.

Llegó el gobierno de Rafael Correa. Yo no quiero aceptar que sea cierto que se sacó la base de Manta como pago al financiamiento que habría recibido la campaña de Correa por parte de las FARC. No quiero aceptar, pero de esto se habla en todas partes.

Quiero aceptar una versión que puedo sostener, que consiste en que Correa gobernó al buen “tun – tun” y así nos dejó un país desordenado, al que hay que volver a institucionalizar. La cosa es que quitan la base de Manta sin haber tenido listo todo el sistema nacional que iba a reemplazarla. Primero debía existir ese proceso de transición. En cualquier mente desorganizada o psicopática o lo que sea debe caber que el proceso de transición era primero, no es que solo “se van y punto”.

Había que hacer un relevo con medios nacionales para que la base estadounidense salga. No se lo hizo y quedó un enorme vacío. De pronto sabíamos cómo se habían apoderado del espacio aéreo las mafias, porque se caía un avión y se esparcía la droga que cargaban; o aterrizaban en las carreteras por daño mecánico. De ahí nace lo que hoy vemos en el Ecuador.

Hay que decir que en el mundo ya no se habla de países consumidores, productores y de tránsito, pero Ecuador ya es un país consumidor, porque un importante porcentaje de droga se queda en territorio y la mente burda del político ecuatoriano es echarle la culpa a las tablas de regulación. Es ridículo, aquí no se debate con profundidad o conocimiento; hay muy pocos expertos.

Aquí los políticos no saben nada de esto y van de ministros de defensa sin haber abierto un libro de defensa; o al Ministerio del Interior con el antecedente de haber sido buenos marinos, pero no tiene nada que ver lo uno con lo otro. Ahora el IAEN se dedica a otras cosas, cuando antes era para formación en los temas de seguridad. Esa universidad debería estar trabajando en posgrados de seguridad, para que cualquier partido político que llegue al poder tenga un equipo de expertos en seguridad para que gobiernen la seguridad, porque los militares no tienen que gobernar la seguridad. Ese es un campo político.

Hay que partir un poco de eso, hay que ver la realidad. Estamos “cartelizados” y eso nos pone en una situación, ya no de tráfico, sino de un centro logístico de distribución en las perversas redes del crimen internacional. Entonces, por lo menos debemos hacer el diagnóstico correcto, para tomar las medidas correctas.

Esas son parte de las medidas tomadas por el Gobierno anterior. ¿En este nuevo Gobierno se están tomando los correctivos o se mantienen en lo mismo?

Veo que hay una intención de tomar correctivos. Están comenzando y les va a resultar muy duro, porque hemos perdido 10 años.

No se puede convertir a las Fuerzas Armadas en el enemigo interno y el Gobierno las veía como un enemigo. Está escrito en las propuestas de Ley de Seguridad Pública que los malos son los militares, que ellos son los culpables del subdesarrollo, que son el brazo armado de la burguesía, que hay que cambiarlas por Fuerzas Armadas proletarias. Eso está en todo el discurso.

Entonces, hoy se está centrando un poco en la realidad del mundo, donde hay revolucionarios de verdad, a quienes no se les ocurrían esas estupideces. Hay ejemplos, como en Uruguay, como en Chile, con gran trayectoria socialista; en Argentina mismo, donde la legislación respecto a este tema es buena, para evitar que las Fuerzas Armadas vuelvan a ser utilizadas para cometer crímenes en contra de su propia población. Pero no es desarmándolas, porque dejan en indefensión a un país.

Veo que ahora se empiezan a dar pasos, pero en cuanto a seguridad nacional y seguridad ciudadana está por hacerse todo y me parece que ni el Gobierno tiene claro en qué situación está.

Yo soy ecuatoriano, me interesa el país y le entregué al presidente Moreno un análisis de 110 páginas, sobre la situación de seguridad.

¿Recibió alguna respuesta o comentario?

Nada. Ya son siete meses y nadie se ha acercado a conversar al respecto. Estas cosas hay que tomarlas muy en serio. La Asamblea está en deuda con el país y mucho de lo que hay que hacer entra en el área de la legislación, porque necesitamos leyes que vayan acorde con la realidad que vivimos.

En el Gobierno anterior se creó la Secretaría Nacional de Inteligencia (Senain), pero han sucedido eventos, como el de San Lorenzo, que son de su competencia, porque son de seguridad nacional. Pero no ha existido la respuesta que se esperaría. ¿Cómo evalúa el trabajo de esta Secretaría?

Primero debe quedar claro que todo lo que hizo Correa fue por voluntarismo, porque él sabía todo, conocía todo, dominaba todo y todos los demás éramos “limitaditos”. Yo fui jefe del Comando Conjunto de las FF.AA., fui dos veces Alcalde de Quito, he escrito varios libros que él no habrá leído; y una vez me pronuncié sobre algo de seguridad y él dijo “el General, ese limitadito”.

Entonces, no se puede crear un sistema de inteligencia sin Ley. La Senain funciona con decreto de Correa. Ahí hay una tarea para la Asamblea: hay que debatir una Ley para que funcione un sistema de inteligencia, no de persecución política a la oposición, porque eso lo han hecho Hitler y otros de ese estilo. Yo no digo que no se debe hacer seguridad interna, claro que hay que hacerlo. Supongamos que hay un grupo que está armando una insurrección en contra de la Democracia o del Gobierno, eso debe saber la Senain; este ente no está para saber a quién se refirió el fulano o por qué está denunciando esto mengano…

Necesitamos una Ley de Servicio de Inteligencia. Ahora hay un acierto del Presidente, porque ha puesto a gente que sabe del tema.

Justamente, Rommy Vallejo renunció a esa institución, en la que estuvo desde el 2009, y el Presidente Moreno puso en su lugar al coronel en servicio pasivo Jorge Costa. ¿Cómo evalúa el trabajo desempeñado por el saliente? y ¿qué se puede esperar del nuevo funcionario?

De Jorge Costa le puedo decir todo, porque lo conozco desde cadete. Creo que su nombramiento es un acierto, porque es un hombre sereno, muy serio, muy profesional y académicamente bien formado; no porque exista algo que lo vincule conmigo como para estar hablando bien de él. He visto en su currículum que trabajó en la misión “Las tres Manuelas”, y parece que de ahí conoce al Presidente, quien le ha confiado una ardua labor, que sé la va a cumplir muy bien, porque es un muy buen ser humano y un buen profesional.

En el caso de Vallejo, ¿cómo evalúa su trabajo como Secretario de Inteligencia?

No lo conozco mucho. Con él no he tenido ningún acercamiento o relación. Sé que era un incondicional de Correa y que por eso estaba donde estaba. Hoy estamos en tiempo de cambios y hay que esperar que esto sea para mejor.

¿Qué se puede o debe esperar de la Senain bajo la dirección de Costa?

No es solo la Senain, tiene que ser un sistema de inteligencia nacional, compuesto por distintos subsistemas. Es decir que exista una interrelación e interdependencia entre todos ellos. No puede existir un subsistema de la Policía que no dialogue con el subsistema de Fuerzas Armadas o viceversa; y que a su vez no dialoguen -por ejemplo- con el subsistema de la Unidad de Lavado de Activos. Está bien que existan esos subsistemas, pero no que se escondan o se aíslen o que vayan a darle la primicia al Presidente, sin siquiera haber completado el proceso científico que estos temas requieren. Muchas veces por ganar bonos o hacerse los eficientes, llevan informaciones a medias.

Dice que debe configurarse una real política de seguridad nacional, pero de lo que hay por el momento, ¿cree que le hace falta abrirse más al intercambio con agencias de otros países?

Si las amenazas son transnacionales, ya no pueden ser resueltas desde las instancias nacionales. La geopolítica del mundo ha cambiado, la globalización hace que los problemas deban ser vistos y solucionados desde una política de cooperación. Para eso se creó el Consejo Sudamericano de Defensa, pero ahora ¿para qué sirve?

A la pobre Unasur, indispensable en América del Sur, la convirtieron en una rama política del socialismo del siglo XXI, que la tiene paralizada. Esta entidad es necesaria, pero si no se concibe a la integración y cooperación como plural, nunca va a funcionar.

Otra soberbia y torpe decisión de Correa, cuando dijo que “la inteligencia está trabajando para el imperio”, que “primero le informan al embajador de EE.UU. y luego al Presidente”. ¿En qué mente racional entra eso? Se echan a perder las cosas por esas obsesiones.

Desde su experiencia como comandante de las Fuerzas Armadas y como político, ¿cuáles serían los pasos a seguir para conseguir una política de seguridad que cumpla con el país y con la ciudadanía?

Hay que revisar la legislación. Si se lee la Ley de Seguridad Pública y del Estado -hasta el nombre, si lo público es el Estado- hay que analizar y aprobar una Ley de Inteligencia Nacional. Necesitamos una Ley de Seguridad Ciudadana que no han querido tramitar nunca.

En el tema operativo, cuando uno lee la doctrina de la OTAN o de la ONU se habla de operaciones cooperativas entre Fuerzas Armadas, Policía y oficinas públicas relacionadas. Se debe aprender a interoperar, es decir hay que cambiar el chip. No puede ser que sigamos preparándonos para la guerra con Perú.

Cuando fui Alcalde de Quito, montamos el sistema de seguridad del Distrito Metropolitano con el aporte de Medellín, que pasó de ser la ciudad más peligrosa del mundo a una de las más seguras. Tuvimos aportes de distintos sectores, pero todo eso se borró cuando llegó el que todo sabía. Pusieron en la Constitución que la seguridad era privativa del Gobierno Central y claro, los alcaldes felices de lavarse las manos… pero si se entiende que el 70% del esfuerzo en un país racionalmente organizado está orientado a la prevención, no se puede entender que sea privativo del Gobierno Central.

En el texto que envié al presidente Moreno está un ejemplo de un sistema que en Perú funciona magníficamente, en la que existen consejos de seguridad en cada nivel de Gobierno. Es decir, debe haber estos consejos en las provincias y los cantones, no solo el Consejo Nacional, porque este tema implica una gran cantidad de elementos sociales, políticos y de todo orden. Es solo una posibilidad de las muchas que se podrían aplicar, pero para eso hay que hacer las cosas técnica y profesionalmente, escuchando a los expertos.

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