IdentidadesSalud y ambiente

“Esposas” invisibles, historias sobre el matrimonio infantil

Por Erika Cano*

Sonita Alizadeh recuerda que su familia la quiso vender por primera vez cuando tenía 10 años. La maquillaron, peinaron y vistieron con ropa nueva para que se reúna con su prometido. En ese entonces, ella veía esto como un juego porque no entendía qué pasaba. Sonita no recuerda por qué esa vez no la casaron, aunque este no sería el único intento.

A los 16 años, su familia, por segunda ocasión, quería entregar a Sonita a un hombre que ella no conocía. Su pretendiente pagaría $9.000 para desposarla en contra de su voluntad. Por tradición afgana tendría que aceptar casarse con un extraño, convertirse en ama de casa, dejar de estudiar y tener hijos.

Sonita tenía 8 años cuando por la guerra en Afganistán migró junto a su familia a Irán. En medio de cambios su única constante fue la pasión por la música. En tierra iraní tenía la ilusión de grabar sus canciones, pero los estudios musicales la rechazaban. Le decían que debía cantar sobre vacaciones, religión o a dúo con un hombre. A pesar de que en Irán es ilegal que una mujer sea cantante y de los constantes rechazos, ella seguía apasionada por la música.

Un día su madre le dio la noticia que debía casarse porque su hermano quería contraer nupcias y no tenían el dinero para la dote. Para conseguir la cantidad, sus padres entregarían a Sonita por $9.000 a un desconocido, ese dinero serviría para comprarle la esposa a su hermano. ‘Mi mamá se casó a los 12 años. Cuando mi familia intentó casarme solo estaban haciendo lo que conocían, seguían la tradición y esto tiene que cambiar’ afirma Sonita.

“Cerca del 20% de niñas afganas de entre 15 y 19 años están casadas o viven en pareja”, según cifras de Save The Children

El destino de Sonita parecía ya sellado, pero en medio de su infortunio la música era su compañera, a través de ella expresaba la realidad que la rodeaba y no se resignaba a formar parte de las estadísticas del matrimonio infantil. En Afganistán, alrededor del 20% de las niñas afganas de entre 15 y 19 años están casadas o viven en pareja, según datos del informe mundial sobre la infancia 2017, de Save the Children.

Cuando Sonita se enteró que la casarían con un desconocido nació la inspiración de la canción de rap Novias en Venta. Así, la música se convirtió en su instrumento de protesta en contra del casamiento forzado. ‘Mi primera canción fue sobre el trabajo infantil después empecé a componer sobre la vida de mujeres y niñas’ recuerda Sonita. Además, su vena de compositora la llevó a escribir sobre la guerra y la violencia.

La canción Novias en Venta denunciaba la tradición de casar a las niñas en contra de su voluntad. La edad legal para contraer matrimonio en Afganistán es de 16 años para las niñas y 18 para los niños, pero la aplicación de la ley es muy limitada, según el estudio de Save the Children del 2017.

“Las mujeres deben permanecer en silencio. Es la tradición. Como otras niñas, estoy aprisionada. Me miran como a una oveja, que debe crecer para ser devorada. Me repiten que es la hora de venderme”, son algunas líneas del rap Novias en Venta .

La grabación del videoclip fue realizada por la cineasta Rokshareh Ghaemmaghami, quien también rodó un documental sobre la vida de la rapera. La cineasta llegó a un trato con la mamá de Sonita que consistió en el pago de $2.000 para aplazar 6 meses el matrimonio de su hija. En ese tiempo la cineasta pretendía que el mundo conozca el talento de la cantante afgana.

El videoclip se subió a YouTube y poco tiempo después llamaron de Strongheart Group para ofrecerle una beca a Sonita en la Wasatch Academy, una escuela de Utah, Estados Unidos. La pasión por el rap de la afgana la liberó y le abrió caminos para luchar en contra del matrimonio infantil. Ahora Sonita tiene 20 años y es una activista.

El matrimonio infantil en América Latina y El Caribe

Según comités de la Convención sobre Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer y de la Convención de los Derechos del Niño “El matrimonio infantil, también denominado matrimonio a edad temprana, es cualquier matrimonio en el que al menos uno de los contrayentes sea menor de 18 años”. Esta unión esconsiderada como matrimonio forzoso porque no se cuenta con el consentimiento pleno, libre e informado de una de las partes o de ninguna de ellas. Una singularidad es que la problemática afecta más a las niñas.

De acuerdo a información de UNICEF (2017), en América Latina y el Caribe el 30% de las mujeres estaban casadas o unidas desde antes de los 18 años, mientras que el 18% se casó antes de cumplir los 15.

Desde los 80’s, en la región no hay cambios relevantes en el porcentaje de mujeres casadas antes de los 18 años. Los datos de esta organización señalan que el matrimonio precoz se ubicaba entre el 15-23% en 2004 y en el 25% en 2006.

Los países latinoamericanos con mayor porcentaje de matrimonios precoces son Nicaragua y República Dominicana. En Nicaragua, el matrimonio de niñas menores de 15 años representaba el 12% y en República Dominicana el 10%. Además, las personas que viven esta realidad pertenecen a zonas rurales y su nivel socioeconómico es bajo, detalla un informe regional del 2011.

A la problemática del matrimonio infantil se le suman las uniones consensuadas entre adolescentes. Una investigación realizada en 2008, por la Asociación Latinoamericana de Población, determina que estas uniones informales están presentes en todas las edades y se consideran como espacios socialmente aceptados para tener y criar hijos.

El mismo estudio reveló que las mujeres unidas sufren mayores niveles de violencia emocional, física y sexual que las mujeres casadas. Esto se evidencia en porcentajes ya que, en Nicaragua, las mujeres que viven en unión libre tienen un 34% más de probabilidades de sufrir violencia que las mujeres casadas; esa probabilidad es del 31% en Colombia, del 25% en República Dominicana y del 23% en Perú.

Finalmente, la investigación indica que la convivencia en pareja es más problemática y las relaciones familiares son más deficientes en las uniones libres que en los matrimonios. Y que las tradiciones culturales y factores económicos inciden para que se den este tipo de relaciones.

¿Qué pasa en Ecuador?

El 21 abril del 2015 existió un punto de inflexión en la ley ecuatoriana. Ecuador cumplió con una de las principales exigencias para combatir el matrimonio infantil. Se reformó el Código Civil ecuatoriano y a partir de ese momento, el artículo 83 establece lo siguiente: “Las personas que no hubieren cumplido dieciocho años no podrán casarse”.

Antes de este cambio en la normativa, los hombres podían casarse desde los 14 años y las mujeres desde los 12.

Escuchemos a María Paula Romo al respecto:

Si bien es importante esta modificación en las leyes, el Comité de los Derechos del Niño de Naciones Unidas recomienda al Estado adoptar una estrategia integral para sensibilizar a la sociedad y a los niños y niñas sobre la edad mínima legal para contraer matrimonio. El informe se publicó el 26 de octubre del 2017.

El cambio legal también implicó que el Registro Civil ecuatoriano, institución encargada de celebrar matrimonios, aplique la norma. Karina Dávalos, jueza de matrimonios de la matriz Quito, dijo que no existió una capacitación sobre el tema debido a la especificidad de la reforma y que el área encargada se reunió con el departamento jurídico para socializar los cambios.

En Ecuador, el cambio en materia legal no ha sido una herramienta del todo efectiva ya que se presentan problemáticas como las uniones precoces donde no existen protecciones legales.
En el matrimonio, los hijos de los cónyuges gozan de ventajas ante la ley como los derechos de filiación, de llevar apellidos paternos, la estabilidad y la garantía del cumplimiento de las obligaciones de orden económico tanto de la madre como del padre, en caso de separación.

En las uniones, los menores no pueden acceder a los beneficios del matrimonio debido a que legalmente es imposible por su edad dejándolos en una situación de vulnerabilidad. En el país, existe un vacío con respecto a manuales o políticas sobre cómo se debe proceder en estos casos.

‘Quedé embarazada en mi primera relación sexual…me enteré a los 5 meses de gestación’

Erika Llano es de Salcedo, Cotopaxi.

Erika LLano, de 16 años, cree que la pastilla anticonceptiva que tomó no se diluyó en su organismo y por esa razón no funcionó.

Recuerda que cuando el padre de su hijo (19 años) se enteró que estaba embarazada le propuso unirse, pero ella no quiso porque vio cómo su hermana sufría violencia en el matrimonio.

Su hermana se unió a los 14 años y se embarazó a los 16 años. Según Erika, ahora que su hermana cumplió 18 años todo mejoró porque su cuñado ya no bebe alcohol.

Cuando se enteró que estaba embarazada pensó en abortar. ‘Me decían muchas cosas, pero el bebé ya estaba formado y me daba miedo no poder volver a embarazarme’.

Su bebé se llama Itan y al momento solo tiene el apellido materno porque su pareja quiere ingresar a la escuela militar y uno de los requisitos es no tener hijos, según ella después seguirán un juicio para reconocerlo legalmente.

‘Tenía una compañera que también estaba embarazada, mi licenciada le decía que si sabía quién era el padre del bebito le iba a denunciar porque supuestamente era producto de una violación’, dice.

La vida de Erika ha sido marcada por el consumo de alcohol por parte de sus familiares varones. Hasta tal punto que su hermano falleció con una sobredosis de alcohol, encontraron su cuerpo fuera de una discoteca en Salcedo.

Su padre también tuvo problemas con la bebida, pero logró recuperarse y ya va 8 años sin probar gota de alcohol. La mamá de Erika, antes de casarse con su padre, quedó viuda. Igualmente la causa de la muerte de su esposo fue por la bebida.

Ella recibe el apoyo económico de su familia, su sueño es ser policía y dice que para lograrlo no piensa dejar de estudiar, actualmente está en segundo de bachillerato.

Ahora, Erika espera un segundo hijo.

‘Cuando vinimos acá (Sierra) a veces no teníamos qué comer, donde estar, ahora mi esposo ya consiguió trabajo’

Yaritsa Santana es de Los Ríos.

Yaritsa Santana, de 17 años, vive en unión libre. Ella empezó a convivir desde los 15 años con su pareja. Actualmente tiene 17 años, no estudia y está embarazada de su primer hijo.

​Ella dice que su situación es buena porque tiene compañeras embarazadas que no están con el padre del niño, ni tampoco cuentan con el apoyo de sus padres.

Su pareja tiene 20 años y cuando vivían en la Costa, él trabaja de jornalero, al día ganaba de $10 a $15, ahora es guardia de seguridad.

Cuando estaba en el colegio sus profesores le decían que no se embarace a tan corta edad, según ella porque su vida sería más complicada. En su primera relación sexual no se cuidó y gracias a su madre obtuvo información sobre el tema.

​Según Yaritsa, el machismo involucra golpes, gritos e insultos y dice no haberlo sentido, pero vivió violencia intrafamiliar porque su padre le pegaba a su madre.

Tiene una compañera de la Costa de 16 años y su hijo ya tiene 2 años, tampoco se casó, vive en unión libre. A pesar de que dice estar bien piensa que la edad ideal para casarse sería de los 23 años en adelante y no le desea su misma experiencia al hijo o hija que está esperando.

“Que me golpeen marcó mi vida, por eso, a mi bebito le he dicho que nunca le daré un padrastro, no quiero que sufra”

Jennifer Vaca es de Ambato, Tungurahua.

Jennifer Vaca, 18 años, vive en unión libre. Debido a su embarazo y por sugerencia de su familia decidió convivir con su pareja. Durante su gestación cambió su horario de estudio de la mañana a la noche.

“Mi amiga me decía que no me cuidé con pastillas porque me engordo, que después no podré embarazarme…me dijeron que son buenas las inyecciones pero tenía miedo”, admite.

A los 17 años quedó embarazada. Por las miradas extrañas, comentarios sobre su condición decidió pasarse al horario nocturno del Colegio Fiscal Nacional Salcedo. En este momento está en tercero de bachillerato y asegura que no piensa dejar de estudiar.

‘Cuando iba a los controles (del embarazo) me veían raro, yo decía será que nunca vieron a una chica embarazada’ se preguntaba Jennifer.

Su salud también se vio afectada. Ella sufrió de preeclampsia, es decir se le subió la presión, esto le ocasionó hemorragias nasales y la hospitalizaron inmediatamente. Su bebé nació de 34 semanas, actualmente tiene un mes y se llama David.

​En el parto no estuvo presente su pareja debido a que estaba trabajando como controlador de un bus y se encontraba en un viaje largo, dos días después conoció a su hijo.

Al preguntarle si recibió educación sexual responde que sí, pero una clase se impartía a dos o tres paralelos al mismo tiempo, ella confiesa que sobre sexualidad solamente conversaba con sus amigas, jamás lo hizo con su madre o con algún familiar, incluso, por la vergüenza, sus amigos le compraban los anticonceptivos.

Jennifer decidió convivir junto a su pareja debido al embarazo y también por recomendación de su familia. Recuerda que le dijeron que así se empieza, que así son las cosas.

En el ámbito económico su mamá le ayuda y también se sostiene con lo que gana su conviviente. Al inicio compraba ropa para bebé, pero ahora sus tías le tejen ropa, lo que significa un ahorro.

Algo que definió la vida de Jennifer fue el maltrato de su padrastro. Los golpes empezaron desde los 8 años y duraron hasta los 16. Además, su padre biológico consideraba que ella no era su hija hasta que le hicieron una prueba de ADN, como los resultados dieron positivos su papá recién empezó a darle una mensualidad a los 12 años. ‘Los únicos que me han dado cariño son mi abuelita, mi prima, y mi novio’, afirma Jennifer.

A pesar de que vive en la casa de su mamá paga $50 por un cuarto pequeño divido en dos, en un espacio está la cocina y en otro el dormitorio.

Espera recuperarse totalmente del parto para poder regresar a estudiar en el horario nocturno. Su sueño es ser ginecóloga u odontóloga.

De Enipla al Plan Familia

Según el INEC (2013), el 44,1% de las madres tuvieron su primer hijo entre los 15 y los 19 años.

En 2011 se crea la Enipla (Estrategia Intersectorial de Prevención del Embarazo Adolescente y Planificación Familiar). Los principales logros de esta política fueron la capacitación a los profesionales de salud para dar atención de calidad en anticoncepción y planificación familiar y la dotación de métodos anticonceptivos en todas las unidades de salud a nivel local, parroquial, cantonal y provincial.

Además buscaba evitar los embarazos no planificados a través de métodos anticonceptivos, abordada la educación, diversidad sexual y diversidad de género.

En 2015, el entonces presidente, Rafael Correa criticó fuertemente a Enipla. En uno de sus enlaces sabatinos dijo que existió un ‘hedonismo terrible’ que no se hablaba de afectividad, ni de valores, fundamento principal para eliminar a la Enipla.

​Es así como el 28 de febrero de 2015 se presentó una nueva estrategia llamada Plan Familia. Proyecto que proponía la postergación del inicio de la vida sexual, la abstinencia como método anticonceptivo y la educación en valores teniendo como centro la familia. Por estas características organizaciones y activistas feministas se mostraron en contra del cambio por tener un enfoque ‘conservador’ y sostuvieron que fue un retroceso en materia de derechos y salud reproductiva.

En la posesión del actual presidente Lenín Moreno se eliminó a Plan Familia y alegó que los adolescentes tendrán libertad de decidir basados en la razón y educación. Hasta el momento no se conoce cuáles son las nuevas políticas sobre sexualidad que se pretende implementar.

Para terminar, les presentamos una reflexión de la antropóloga María Amelia Viteri:


_________________________

*Periodista convencida de que a través de historias se retrata al mundo, interesada en temas de derechos humanos y fiel creyente que el trabajo periodístico de rigor jamás atenta contra la dignidad de las personas. En el mundo desde 1996.
Comparte:

Deja un comentario

Tu correo no será publicado. Los campos obligatorios están marcados con *