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Cuando el cuerpo es una muestra de la disciplina mental

Realizado por Andrea Miño y Yadira Bedón**

Cuerpos van, cuerpos vienen. Suben y bajan del escenario, excesivamente bronceados, excesivamente aceitados. Flexionan sus biceps, contraen sus omoplatos, mantienen sus poses hasta recibir la señal: de lado, de espalda, de frente.  En la parte baja de la tarima hacen fila 5 mujeres, conversando entre ellas, ajustando un número que cuelga de la parte más delgada de su bikini, esperando su turno para realizar una entrada que han practicado por meses.

En la fila se encuentra Kenia Velásquez Rico. Cada vez que ve la cámara practica una pose con una sonrisa amplia, sin miedos ni timidez, en un descuido la cámara capta lo que realmente es, una súper mujer.

Kenia es fisicoculturista, además de entrenadora fitness. De origen venezolano, llegó al Ecuador en el 2015.  Practica el fisicoculturismo a raíz de un accidente de tránsito, como una manera de equilibrar su cuerpo, pero no es desde su llegada al país que empezó a competir.

Subir a la pasarela es el momento de demostrar en minutos el trabajo realizado en meses o años. Esta es su tercera participación, pero la sensación es como la primera vez: “Yo recuerdo que antes de salir pensé, Kenia tienes 30 segundos para demostrar lo que hiciste el último año y medio, gózatela… sentía miedo, pero a la vez sentí como… no sé a veces siento que tengo un super poder y que a veces simplemente lo saco, (exhaló) y chao. Soy solo yo ese momento, me entiendes.”

Kenia Velásquez Rico, (El Rey del Músculo, Quito 2018.) Foto: Andrea Miño.

El superpoder de Kenia está siempre presente: extrovertida, con mucha energía y disciplina, y con la fortaleza física y emocional de una guerrera. Su presencia contradice la noción común de que el fisicoculturismo te destruye, de que mueres de hambre y sufres en el proceso. Aunque Kenia señala que eso te lo da la experiencia, la madurez emocional y muscular, el conocer tu cuerpo y sus límites. Su primera preparación duró un año y medio y fue dolorosa, dejó de comer carbohidratos, no tenía una fuente de calorías apropiada y llegó deshidratada a la presentación. “Recuerdo que se me secó toda la boca, tenía que sonreír, entonces se me pegaron los labios (en las encías), y ya no podía más sonreír (…) estaba súper nerviosa y con los labios pegados”.

En esa última preparación, entre carcajadas, dice que hasta se comió una pizza la noche anterior a la competencia.

La principal característica del fisicoculturismo no está en la hipertrofia muscular y su simetría, sino en la disciplina. “El desafío no es físico, tu cuerpo no es que te pida obligatoriamente chocolates, o no es que necesites comerte esa hamburguesa, no es que tú no puedas con ese peso, no es que no tengas tiempo, es todo mental. Muchas personas dicen que el 70% es la dieta. En este deporte no lo es así.. esto es totalmente 50/50″.

Participantes de la categoría Bikini Fitness. (El Rey del Músculo, Quito 2018) Foto: Andrea Miño.

Sobre la tarima: mano en la cintura, tacos de aguja, exageradas sonrisas. Con pasos seguros y movimientos tropicales, las deportistas presentan su pasarela a los jueces; ellos las observan, las juzgan, las califican. Kenia y el resto de competidoras se presentan siempre sonrientes, siempre fuertes. Sus movimientos sensuales evidencian una inusual musculatura para el estereotipo de una mujer. “Como dicen por ahí, una mujer con músculos parece un hombre, y ¿qué parecen los hombres que no tienen músculos? ¡mujeres! (risas). Siempre hay comentarios y yo soy una simple bikini, o sea que soy el cuerpo más “femenino” (dentro de la competencia). Primero, no a todo el mundo le gusta y, segundo, siempre vas a estar muy gordo, muy flaco, muy musculado“.

El cuerpo de la mujer está constantemente en cuestionamiento. En su cuenta de Instagram nunca falta el comentario descalificativo sobre su cuerpo cuestionando su feminidad, cuestionando si el cuerpo que ella presenta es el cuerpo que una mujer debería de tener. Kenia responde con humor y añade que “evidentemente aquí lo que importa es que te gustes ti misma, y ya”.  Además, dentro de los contextos latinoamericanos, según Kenia, siempre existirá una mirada crítica frente a los cuerpos.

El fisicoculturismo carece de una objetividad propia de otros deportes puesto que se evalúan y califican cuerpos que son de diferentes formas, para mujeres las categorías son: bikini, bikini wellness, body , physique y culturista. La diferencia se encuentra en la contextura muscular. “La bikini es un cuerpo de playa, no se puede marcar abdominales muy profundos solo tienes que tener una insinuación de abdominales. Igual los músculos de las piernas tienen que ser alargados, no hay profundidad en los cortes”.  En el caso de la categoría bikini existe, además,  una división por edad y por estatura. “Cada categoría hace una pasarela distinta, entonces estas (bikini y bikini wellness) tienen mucha más gracia, son más ´femeninas´ (…) tienen mucha elegancia en los movimientos, sin entrar a coquetería, las otras, de repente, hacen poses más ´masculinazadas´ para mostrar más los músculos.”

  • Participantes de la categoría Bikini Fitness. (El Rey del Músculo, Quito 2018) Foto: Andrea Miño.
  • Pasarela categoría Bikini Fitness. (El Rey del Músculo, Quito 2018) Foto: Andrea Miño.
  • Kenia Velásquez en la categoría Bikini Fitness Senior. (El Rey del Músculo, Quito 2018) Foto: Andrea Miño
  • Trofeos para las varias categorías de la competencia (El Rey del Músculo, Quito 2018) Foto: Andrea Miño

Son las 14:30. Las deportistas bajan de la tarima. Liberadas pero expectantes. La convocatoria fue a las 9:00am. Desde la mañana las deportistas llegan peinadas, maquilladas y con bikinis nuevos confeccionados para la ocasión. En la sala de espera se colocan un tinte para generar la impresión de bronceado, a veces solas, a veces acompañadas, esperan pacientemente su participación. Por lo general, la categoría bikini está entre las últimas a presentarse. Se les entrega un diploma, y esperan ansiosamente los resultados. La ganadora de su categoría pasa a competir en la categoría “Absoluto”, son los ganadores y ganadoras de todas las categorías de la competencia.

Horas de espera, años de trabajo,  para conseguir un reconocimiento entre colegas, un galón de claras de huevo (o algún tipo de suplemento) y un trofeo. Un proceso de formación de un año puede llegar a tener un costo de $7000 (entrenador, gym, suplementos) o incluso puede ser mayor si no consigues auspiciantes. ¿Y qué ganas?: “Aquí el reconocimiento es moral, es sicológico, porque aquí no ganas ni seguidores. Se gasta mucho dinero en el fútbol, no hay para otros deportes…no hay otro deportista que no sea reconocido. Cuando ganas te dan suplementación, y la verdad hay un efectivo que pueden dar a los absolutos; cuando te digo un efectivo no pasa de los $300“.  En el caso de las mujeres el reconocimiento económico y/o premios es incluso menor o inexistente, de acuerdo a Kenia esto puede responder a que es un deporte al que los hombres tienen más afición por participar pero “es mucho más fácil tener aliados (auspiciantes) para las chicas. Se me ocurre a mí, nosotras usamos desde que te maquillan, el que te hace el cabello. Me parece que se pueden buscar las maneras, no sé por qué la federación no las busca”.

Un deporte con tabúes, estigmas, poco apoyo y mucha inversión personal. La connotación negativa que pesa sobre este deporte es una de las posibles razones para un descuido o desinterés por parte de la sociedad para apoyar al fisicoculturismo. El excesivo trabajo muscular es vinculado al uso de sustancias ilegales que ponen en peligro la salud de las y los competidores pero, de acuerdo a Kenia, es una generalización negativa que si bien sucede en algunos espacios no es una práctica exclusiva del fisicoculturismo sino una problemática del deporte en general. Reconoce que es un deporte riesgoso que puede atentar a la salud sino se lleva un proceso consciente, bien trabajado, y con un/una entrenador calificado. Es por ello que sugiere que no se debe competir más de dos veces al año, para no dañar el organismo.

  • Participantes de la categoría Bikini. (Miss y Mr. Quito, Quito 2018) Foto: Andrea Miño.
  • Participantes de la categoría Bikini. (Miss y Mr. Quito, Quito 2018) Foto: Andrea Miño.
  • Finalistas en la categoría Bikini Fitness. (Miss y Mr. Quito, Quito 2018) Foto: Andrea Miño.

La preparación para una competencia es exigente. Se realiza un entrenamiento por 6 días a la semana, de 1h45 que incluye levantamiento de pesas y trabajo cardiovascular. Estas rutinas pueden alargarse por mucho tiempo, incluso años, hasta que el preparador y la deportista sientan que el cuerpo ya tiene una memoria adquirida y esté listo para los cambios drásticos fisiológicos para obtener una musculatura estética deseada.

Kenia Velásquez Rico, fisicoculturista. (Miss y Mr. Quito, Quito 2018) Foto: Andrea Miño.

Las últimas dos semanas previo a la competencia consisten en la puesta a punto, un paso crucial que puede marcar la diferencia en el momento de “esculpir” los músculos trabajados con el ejercicio físico. Se deja de consumir carbohidratos, se consume vegetales con proteínas y entre 6-8 litros diarios de agua. Dos o tres días después, se consume carbohidratos y se disminuye el agua. El cuerpo empieza a botar el exceso de agua hasta crear una deshidratación que obliga a la piel a adherirse al músculo. El día de la competencia se puede llegar hasta con apenas medio litro de agua en el organismo. Este cambio físico puede generar la ilusión de un cuerpo más marcado. “Es la peor (semana) y la más chévere, durante esta semana vez cambios día a día, un día amaneces muy bien, y al día siguiente amaneces mucho mejor, este tiempo es el más difícil (…) estás desanimado, no tienes energía (…) pero también cuando ves a diario como cambia tu cuerpo es impresionante, muchos nos agarramos de ahí para continuar”.

¿Deporte o estilo de vida? “Todo deportista tiene un estilo de vida…Tú muestras tu estilo de vida en el deporte. Tú muestras lo que has hecho durante un año, tres meses, 5 años…lo muestras cuando lo exhibes en la tarima…entonces me parece que van de la mano”.

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** Andrea Miño, montajista, antropóloga visual y docente. Aficionada al fútbol, la comida y la música. Mi trabajo se direcciona a temáticas LGBTI y de género. Descubriendo nuevas pasiones con la fotografía.
Yadira Bedón, en pie de lucha por los derechos colectivos. Amante de los animales, de los colores y olores del campo. Madre de Misty y Yostin José.
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