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John F. Kennedy: muerte, conspiración y secretos

Por Reinaldo Endara

Fue el cuarto presidente de Estados Unidos asesinado. A raíz de la muerte de John F. Kennedy se tejieron una serie de teorías conspirativas que derivaron en la declaración de miles de archivos como clasificados, en 1992. Los mismos podían salir a la luz el pasado jueves, previa autorización del actual presidente de ese país, Donald Trump. De los 3.100 documentos resguardados, 2.800 fueron desclasificados y circulan ya en Internet. Los demás serán estudiados por agencias de seguridad como la CIA y el FBI.

¿Por qué importa tanto la publicación de estos documentos? Justamente por ese secretismo que ha alimentado el morbo social alrededor de un hecho que trastocó a esa nación y a buena parte del mundo, y que ha servido de inspiración -incluso- para grandes producciones cinematográficas.

Para entenderlo mejor, revisemos qué sucedió ese día y el contexto en que se dieron los hechos.

El 22 de noviembre de 1963 transcurría como cualquier otro día en Dallas, Texas, con la única particularidad de que el presidente John F. Kennedy visitaba la ciudad y se paseaba por sus calles junto a su comitiva y autoridades locales. De repente, tres disparos cambiaron la historia. Dos de ellos acabaron con quien es considerado uno de los líderes más carismáticos que han pasado por la Casa Blanca.

Según el informe de la reconstrucción de los hechos, la primera bala rebotó en un árbol e hirió superficialmente a un testigo. La segunda atravesó a Kennedy desde la espalda para salir por la garganta, y la tercera impactó de lleno en el hueso parietal derecho de su cabeza. Su esposa, Jackie Kennedy -desesperada- giró, observó parte del cerebro de su marido en el piso del vehículo que los transportaba y lo vio morir.

Todo eso quedó registrado en un video, grabado por la cámara del empresario Abraham Zapruder, y fue una de las principales pruebas que la Comisión Warren utilizó para investigar lo ocurrido. Dicha comisión determinó que no hubo ninguna conspiración y que el asesino actuó solo. Sin embargo, en 1992, el Congreso de Estados Unidos aprobó la declaración de los documentos de las investigaciones como reservados, y esconderlos por 25 años.

Harvey Oswald, exmarine estadounidense de 24 años, fue detenido minutos después de ocurrido el crimen y acusado de haber terminado con la vida del mandatario, de 46 años; aunque él lo negó.

Apenas dos días después, antes de que su caso se dirimiera en los tribunales de justicia, Oswald fue asesinado por Jack Ruby, un mafioso de segunda clase, que luego declararía que había disparado por una ofuscación del momento y que no había planeado el asesinato. El crimen se suscitó frente a periodistas, fotógrafos y camarógrafos, en el sótano de la estación de Policía de Dallas.

Demasiadas coincidencias ¿verdad? Al menos eso es lo que ha alimentado durante 54 años estas teorías conspirativas que apuntan como posibles autores intelectuales de un “complot” a la misma CIA (Agencia Central de Inteligencia de EE.UU), a la mafia, a la KGB (Servicio Secreto Soviético -actual Rusia-), a Cuba, al vicepresidente de ese entonces, Lyndon Johnson, y hasta a un OVNI (aunque suene descabellado).

A pesar de que las teorías son varias, a las que más se suele señalar son las de la Unión Soviética y Cuba, por dos razones principalmente: por ser países comunistas y por la Guerra Fría.

El asesinato de Kennedy se da en la mitad de este período histórico , entre 1945 (fin de la Segunda Guerra Mundial) y 1989 (caída del muro de Berlín); y a breves rasgos, consiste en un enfrentamiento ideológico, político, económico, social e informático que dividió al mundo en dos bandos: uno liderado por la Unión Soviética, que respaldó a gobiernos socialistas, comunistas y revoluciones. Y otro con Estados Unidos al frente, que apoyó procesos desestabilizadores y golpes de Estado en diferentes países del mundo, sobre todo en América Latina.

Estos hechos no desencadenaron una tercera guerra mundial armada, pero las batallas se libraron en otros campos, cuyo origen eran las radicales posturas políticas e ideológicas que tenían como objetivo imponer el modelo comunista o la democracia neoliberal en la mayor cantidad de países del mundo. Ahí entran en escena Rusia y -como consecuencia- Cuba, única nación abiertamente comunista en el continente americano y ligada estrechamente a la Unión Soviética.

El Gobierno de Kennedy, al menos en política exterior, tuvo más de un momento álgido. Los más recordados involucran, por obvia concatenación de hechos, a estas dos naciones. Su plan de acabar con el régimen de Fidel Castro, a través de una invasión armada desde la Bahía de Cochinos, fue un fracaso. También autorizó las primeras maniobras de los servicios de inteligencia militar en Vietnam, lo que a la larga llevó al país a librar una guerra en territorio asiático. En otro caso, logró que la actual Rusia retirara de Cuba el material nuclear que había instalado en La Isla y que su par soviético suscribiera un convenio en el que ambos se comprometían a no efectuar pruebas nucleares dentro de la atmósfera.

De ahí surge la teoría de que Cuba y Rusia planearon el asesinato del mandatario en el país norteamericano.

En la información de los archivos que estarían por ser  desclasificados, se presume que se detalla un viaje de Oswald a México, justo antes de perpetrar el ataque, para visitar las embajadas de la Unión Soviética y de Cuba, con el objetivo de obtener una visa; pero se desconoce el tiempo que estuvo en ese país. Dicha “excursión” fue reconocida por el acusado, aunque al parecer no consiguió el documento.

También se especula que en esa parte de los archivos se detallan acuerdos firmados entre Estados Unidos y México, que permitían una estrecha vigilancia sobre las embajadas comunistas en el país latinoamericano. Otros cables incluirían información interna de la CIA, de su estación en ciudad de México y algún informe escrito por los investigadores, respecto al viaje de Oswald. Todos esos hechos habrían desencadenado una suerte de venganza y quién tuvo que pagar la factura fue Kennedy.

Este jueves, el presidente Trump no ordenó que se desclasifiquen todos los documentos por recomendación de la CIA y el FBI y les permitió analizarlos nuevamente durante 180 días, para determinar si representan una amenaza para la seguridad nacional pues, de confirmarse la intervención de otros países, podría desencadenar una crisis -cuando menos- política a gran escala, según los expertos.

Trump también aseguró que sí liberará el resto de documentos, pero aclaró que nombres y direcciones de cualquier persona que siga viva y esté relacionada con el caso, se mantendrán bajo reserva.

Por otra parte, lo más destacable de los documentos que sí se hicieron públicos, dan cuenta de la preocupación de la ex Unión Soviética de que estallara una guerra tras el asesinato de Kennedy, pues en septiembre de 1963, Oswald se había contactado con un miembro de la extinta KGB, que también se desempeñaba como cónsul de su país en México.

Además se detallan los no pocos intentos de la CIA por acabar con líderes extranjeros y de manera bastante frecuente con el líder cubano, Fidel Castro. Entre otras cosas, también informan que poco después del asesinato de Kennedy, el FBI recibió una llamada en la que alguien amenazaba con asesinar a Oswald, situación que finalmente sí sucedió.

Al no tener más detalles por el momento, las historias, las conspiraciones, los secretos seguirán alimentando las posibles teorías no confirmadas de lo que estuvo detrás de la muerte del trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos; al menos hasta que se desclasifiquen los documentos por completo, si es que eso sucede algún día.

Mientras tanto, la versión oficial se mantiene y es muy poco probable que varíe o se confirme alguna otra.

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