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La nueva vicepresidenta, ¿una jugada de Larrea?

La llegada de Alejandra Vicuña a la Vicepresidencia empieza a gestarse en 2006. De hecho, la vida política de la actual segunda mandataria data de esa misma fecha, aunque su aparición pública tardaría un poco más.

Por ese año, el movimiento Alianza PAIS empezaba su andadura y la búsqueda de sectores aliados era crucial. En Guayaquil, por ejemplo, la Alianza Bolivariana Alfarista fue de vital importancia durante la campaña del novato Rafael Correa. Si bien el movimiento no contaba con una fuerza que le permitiera conseguir espacios públicos por cuenta propia, su coalición con AP y otros sectores lograron el triunfo de la Revolución Ciudadana.

El hombre encargado de manejar ese colectivo político era el guayaquileño Leonardo Vicuña, ya conocido por haber buscado la vicepresidencia como binomio de Frank Vargas por Acción Popular Revolucionaria Ecuatoriana (APRE), en 1996, y haberse candidatizado al Parlamento Andino por el Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE). Además, trabajó como asesor económico del gobierno de Bucaram.

Cuando en 2006 un grupo de organizaciones se juntaron para dar vida a Alianza PAIS, Vicuña vio una oportunidad. De todas formas, entre los cofundadores del movimiento se encontraban viejos colegas e ideólogos del político, como Fander Falconí, Lenín Moreno y Gustavo Larrea. Con este último, por cierto, la cercanía fue muy marcada en el ámbito político.

En 1996, Larrea fue subsecretario de Gobierno por nombramiento de Vargas Pazzos, quien poco antes le había propuesto a Vicuña que sea su binomio en las elecciones. Ambos, cercanos al exmilitar y entonces ministro de Gobierno y funcionarios de Bucaram, eran militantes de izquierda, iguales a Moreno, que también laboró en esa cartera de Estado como director administrativo.

El reencuentro tuvo como plataforma a Alianza PAIS, aunque con el tiempo, el trabajo cercano entre Vicuña y Larrea se detuvo, cuando este último abandonó las filas del correísmo para declararse opositor abierto del gobierno.

De todas maneras, a Vicuña no pareció importarle tanto el cambio de rumbo ideológico de Alianza PAIS y se mantuvo leal a Rafael Correa, quien le pagó el favor poniendo a su hija en la lista de candidatos a la Asamblea Nacional.

La ahora vicepresidenta mantuvo la misma línea de trabajo de su padre. Cuando fue asambleísta, se mantuvo fiel al espíritu de cuerpo de Alianza PAIS y su discurso plegó por completo al del entonces presidente Rafael Correa. Es de recordar, por ejemplo, cómo defendía vehementemente al presidente de Venezuela ante el pleno de la Asamblea Nacional justamente en los momentos en que la gestión del primer mandatario venezolano era más criticada por la comunidad internacional.

El llamado que hacía Vicuña de defender al gobierno democrático de Venezuela era tan apasionado que en el imaginario de muchos quedó abierta la posibilidad de que la política mantuviera estrechos lazos con el gobierno de Maduro. De hecho, el vínculo podría venir de más atrás y remontarse a Hugo Chávez y al movimiento político de su padre, muy cercano a los movimientos sociales de izquierda del continente.

La misma Vicuña demostró siempre una admiración inquebrantable hacia el desaparecido comandante, como cuando, durante los eventos conmemorativos por la muerte del presidente venezolano, manifestó en Guayaquil: “Chávez no murió, se multiplicó, y no tengo duda ni vacilaciones al decir que si es con Venezuela es con todos nosotros, que si es con Ecuador es con todos nosotros…”

Y acostumbrados a ese esquema, los Vicuña lograron que el nuevo presidente también les retribuyera el respaldo brindado durante las elecciones, dándole a la actual vicepresidenta el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda, aún cuando su perfil en nada se ajustaba al cargo.

Y desde luego, al economista guayaquileño vio un respaldo en la aparición de los viejos ideólogos de Alianza PAIS que reaparecieron con la llegada de Moreno al poder, entre esos, Gustavo Larrea.

De ahí que no sea raro que los compromisos políticos, la cercanía ideológica y la antigua amistad de Vicuña y Larrea pesaran en la elección de la flamante vicepresidenta. Porque resultó curioso, para más de uno, que Espinosa, mucho más cercana a Moreno, o Alvarado, quien parecía tener más aptitudes políticas para el cargo, hubieran sido dejadas a un lado por una mujer que poco había contribuido al escenario político del Ecuador.

De todas maneras, todavía resta esperar para entender, fuera del entierro político de Glas, qué ganará Larrea con todo esto.

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