Mariana Carbajal: “Una no nace feminista, se va haciendo”

Mariana Carbajal es periodista argentina, a quien le trae muchas satisfacciones pensar que puede ayudar con una nota, un artículo, un reportaje a mujeres que necesitan escuchar sobre violencia de género o tomar conciencia sobre la vulneración de sus derechos y cómo lo deben denunciar. Ha enfocado su activismo en favor de los derechos de las mujeres y las personas LGBTTI.
Trabaja en el diario digital Página 12, hace más de 20 años. Además, conduce un programa de radio FM, llamado Con vos, la inmensa minoría y los magazines televisivos Pura Vida, Cada Día y Punto Género.
Conversamos con ella sobre los derechos sexuales y de género en Argentina.
¿Cómo comenzó tu activismo?
Con el periodismo. En mi carrera me fui topando con casos que tenían que ver con la vulneración de derechos, sobre todo sexuales y reproductivos, y fue lo que me abrió la cabeza.
Hace 20 años atrás, en Argentina encontrabas casos de mujeres que acudían a la justicia para acceder a una ligadura de trompas, porque ya no querían tener más hijos, muchas de ellas tenían hasta 10 hijos, otras ya habían tenido varias cesáreas y sus vidas corrían peligro; sin embargo, no conseguían que un hospital público realizara este procedimiento.
Conocí procesos de adolescentes que habían sido violadas, muchas de ellas con discapacidad mental, que enfrentaban embarazos forzados y no tenían acceso a un aborto no punible (el aborto no es sancionado en Argentina en caso de violación o si corre riesgo la vida de la mujer, desde 1921) que estaba previsto en el Código Penal en el Argentina, sin embargo, había muchas barreras y obstáculos para que la ley se cumpliera.
Poco a poco empecé a escuchar casos tremendos de violencia hacia las mujeres en las relaciones de pareja y eso me sensibilizó aún más. Así empecé a ver al feminismo y a empaparme de todo lo que tenía que ver con él. Una no nace feminista, se va haciendo. Al mismo tiempo, mi madre, a sus cuarenta y pico de años, también entraba al feminismo y comenzó a laborar en una fundación llamada Propuesta, que trabaja con víctimas de violencia de género y eso fue lo que me terminó de concientizar, a tal punto, que busqué unir mi profesión, la del periodismo, con la posibilidad de contribuir con los derechos de las niñas, adolescentes y mujeres, a partir de lo que yo escribía, decía, denunciaba o acompañaba en algún reclamo. Eso es lo que he hecho en estos últimos 20 años.
A veces se dice que el periodismo aún es un mundo de “machos” ¿cómo lograste destacar en este mundo y sobre todo en una temática de género?
Sí, como muchas mujeres que transitamos en los medios abriéndonos camino, he tenido la posibilidad de tener jefes o editores que han entendido esta agenda, pero no siempre es fácil convencerlos o conmoverlos.
Uno de los medios que me allanó el camino fue Página 12, porque me brindó la apertura de tratar estos temas. No significa que no sea difícil, porque a veces a las personas les cuesta entender que podemos hablar de la violencia de género. Muchas veces pasa que un periodista de economía habla toda la semana del problema de la inflación, de la deuda externa, de la desocupación y nadie le dice: “Hey, otra vez, ya hablaste de eso; otra vez vas a hablar de lo mismo”. Pero cuando hablamos de la agenda de los derechos de las mujeres te dicen: “pero ya hablamos de femicidio o de abuso sexual infantil”; pero bueno, son otros casos, es otro enfoque y tenemos que volver a hablar porque estos casos suceden habitualmente. Entonces es encontrar la forma creativa de mostrar que volvemos a hablar del mismo tema pero que no se den cuenta.
¿Cómo ves la situación de la mujer en relación a derechos sexuales y reproductivos en Argentina?
El movimiento Ni Una Menos, que se gestó en el 2015, ha sido muy poderoso y ha permitido condensar en una frase sencilla como Ni una menos una forma de expresión, del hartazgo que siente la sociedad frente a la violencia machista y el femicidio; lo que permitió correr el velo de algo que estaba y que sucedía pero que nadie lo ponía en palabras y de forma masiva. Había periodistas como yo y como otros colegas que veníamos hablando de esta problemática, pero no logramos sensibilizar masivamente y creo que lo que cambió este colectivo es que hoy las mujeres, sobre todo las adolescentes, han tomado consciencia de sus derechos, que si no hay consentimiento es violencia sexual, ya sea en una relación o una situación.
El feminismo está entrado en las escuelas secundarias con comisiones de género en los centros de estudiantes, en los sindicatos que han tomado esta agenda y quienes deciden, cada vez menos, pueden darle la espalda al reclamo.
Más allá de estos logros, falta un montón, por ejemplo, el presupuesto suele ser escaso o insuficiente para solventar esta problemática, pero está clara la demanda. La demanda por la igualdad. La otra cara de la violencia machista es la desigualdad histórica de las mujeres que no solo se ve con el golpe, con la violencia física, es también el acoso callejero, es el acoso sexual en el ámbito del trabajo, la brecha salarial, que la desocupación nos pegue más a las mujeres… y bueno, la idea de lo que estamos tratando es correr esos velos y dejarlos en primer plano para mostrar que si realmente estamos comprometidos con una sociedad más igualitaria tenemos que ser consecuentes y avanzar en ese camino.
¿Cómo ves el piropo?
Creo que es un tema que genera polémica. Una cosa es el halago bien recibido y otra es el acoso callejero.
En general lo que nos pasa a las mujeres, desde edad muy temprana, es que salimos a la calle y recibimos guarangadas, groserías y eso es acoso callejero, lo peor de todo es que no tenemos forma de defendernos o de no escucharlo y no sentirnos atemorizadas, sobre todo las niñas más pequeñas, que se les termina culpando por el tipo de ropa que usan.
Hay que entender que es un cambio cultural que tenemos que llevar adelante. Los varones deben tomar conciencia de que a las mujeres nos da miedo, nos asusta, no nos gusta. Puede que haya algunas mujeres que les guste que les digan algún halago pero hay que pedir permiso, como cuando uno dice: “¿Te puedo preguntar algo? ¿Te puedo decir algo?”.
¿Cual es la situación del grupo LGBTTI en Argentina?
Argentina ha sido pionera o ha estado en la vanguardia en estos temas desde el año 2010 cuando aprobó la ley de matrimonio igualitario y en el 2012, la ley de identidad de género. La ley marca que el estado avala el matrimonio entre personas del mismo sexo o que una persona pueda elegir su nombre de acuerdo a su identidad autopercibida, lo que ha generado un cambio cultural. Creo que la sanción de estas leyes que menciono han permitido bajar los niveles de discriminación que en ciertos sectores de la sociedad todavía persisten.
Por supuesto, persiste la discriminación, sobre todo la violencia institucional, hace poco hubo un caso muy grave en Buenos Aires en el que una joven fue detenida por la policía por besar a otra chica, eso es grave.
La violencia contra las travestis y los travestidos también existe. Todavía falta avanzar con leyes que apoyen a los grupos trans en el ámbito laboral, que es lo que están reclamando desde el colectivo trans, para que haya obligación en las instituciones del estado para que contraten un porcentaje de personas trans, puesto que históricamente han sido discriminadas en todos sus ámbitos y requieren de una reparación.
¿En Argentina está ya en vigencia la ley de género en escuelas y colegios?
Sí, tenemos una ley de educación sexual integral. Aunque todavía no se ha implementado en su totalidad. En la gestión anterior de gobierno se hicieron operativos de capacitación a los docentes con materiales muy interesantes, pero la nueva gestión, el gobierno de Macri, ha debilitado el Programa Nacional de Educación Sexual Integral, le ha quitado presupuesto, ya no se están capacitando docentes y hay provincias que se resisten a hablar de estos temas en las aulas, eso es un gran problema.
¿Cómo crees que se va a lograr implementar la ley?
Lamentablemente va a demorar en ser implementada y estamos en un momento en el que no se está avanzando en ese sentido, aunque es una herramienta fundamental si pensamos en la prevención de la violencia hacia las mujeres, porque la ley de educación sexual integral plantea, entre otras cosas, desarmar los estereotipos de género, prevenir la violencia en los noviazgos, prevenir el abuso sexual infantil y cambiar esas ideas que todavía persisten en las escuelas donde creen que las nenas tienen que jugar en el rincón de las muñecas y los varones en el de los ladrillos, y eso es una pérdida muy grande. Es tiempo que se pierde si no se implementa con velocidad. Lo que vemos hoy en día es que no hay voluntad política para implementar la ley de educación sexual para que llegue efectivamente a las aulas, que es un derecho de las niñas, de los niños y de los jóvenes.
¿Cómo ves la adopción de niños por parejas homosexuales?
En Argentina está permitido y lo que hemos visto es que no se cae el mundo como algunos sectores conservadores anuncian o que es el fin de la familia, al contrario, se crean otras familias y esto es maravilloso. El poder hablar de las familias en plural y no la familia en singular es un avance, y me parece que solo los que tienen prejuicios pueden estar en contra de que el amor se pueda transmitir independientemente del sexo de las personas, el amor hacia los niños y las niñas.
¿Cómo ves la violencia obstétrica?
En Argentina tuvimos un caso con mucha repercusión de una joven que fue a un hospital y tuvo un aborto espontáneo en la guardia y los médicos la denunciaron como si se hubiera provocado el aborto y la acusaron, le presentaron un feto que le dijeron que era de ella, la llevaron detenida desde el hospital a la cárcel y le iniciaron una causa penal. Afortunadamente, una abogada se enteró de este caso y las organizaciones de mujeres, de derechos humanos y políticas se articularon para apoyar la libertad de “Belén”, a quien condenaron a 8 años de cárcel por ese homicidio del cual la acusaban y no había pruebas. Nunca se hizo pruebas de ADN al feto, para saber si el que le adjudicaban era de ella y toda la causa judicial estuvo plagada de irregularidades; sin embargo, los jueces la condenaron. Ese caso fue emblemático de lo que le puede pasar a una mujer por sufrir un aborto espontáneo en un hospital público. Belén fue absuelta por el Tribunal Superior de la Provincia y está en libertad, pero la violencia obstétrica es una realidad en Argentina, ya que algunas mujeres que sufren abortos espontáneos o que llegan con abortos en curso son maltratadas, violentadas y muchas veces denunciadas.