Quito: Perros callejeros, sin soluciones sostenibles

Por Raisa Castro*
En Patitas Callejeras, America Freire, fundadora, está en crisis. La gente no adopta. La comida escascea. Las donaciones están disminuyendo poco a poco. Ya no ingresan más animales. Freire tiene 40 perros en su casa, 25 en un refugio, 117 en un santuario y 19 en hogar temporal. La crisis económica y la aparición de fundaciones falsas o informales genera desconfianza.
Personas que donaban regularme han dejado de hacerlo. Estos “padrinos” se encargaban de donar regularmente cosas como dinero, agua y el alimento de los animales. En “Patitas Callejeras” se gasta $5.000 dólares al mes para cubrir los gastos de operación. Las donaciones no llegan a cubrir ni la octava parte de los gastos.
En Runa, María José Cuesta, fundadora, dejó el terreno que arrendaba en la ciudad por quejas de vecinos que la demandaron de maltrato. Las demandas resultaron infundadas, según las autoridades que se encargaron del caso. Estos problemas lograron que la arrendataria del terreno la echara. Ella tampoco se salva de la falta de dinero. Cuesta tardó tres meses en reunir dinero para un nuevo terreno.
Las clínicas veterinarias hacen todo lo que pueden para ayudar a estos refugios. Todas las fundadoras dicen lo mismo: las ayudan más de lo que deberían. Dan descuentos y no presionan sobre deudas. Alexander Cedeño, veterinario, comenta que solo cobra insumos y medicinas. “Las personas vienen y compran la medicina. Como tengo mi propia veterinaria, compran ahí mismo”, dice. “No les cobro mi mano de obra”.
Lucky, un refugio en Quito, fundado por Maria Alejandra Reyes, trata de autogestionarse. Manejan un sistema de apadrinamiento de los animales. También tienen falta de recursos y sobrepoblación de animales.
En el caso de Proteccion Animal Ecuador (PAE), su fundadora, Lorena Bellolio, aprecia las donaciones. Bellolio está consciente de la escasez de recursos, pero su fundación se centra en la autosuficiencia. Según Bellolio, el 97% de su presupuesto proviene de autogestión.
“No hay una norma legal integral para la protección en contra del maltrato animal”, informa Fabián Ugalde, abogado. Él es consciente de la cantidad de marchas y discuciones que han tenido lugar por una ley para los animales. Este fue el caso de la Ley Loba. “Todavia está en veremos”, dice Fabian. “Y el tema de los animales se juega también mucho la política”. En el distrito de Quito, dice él, falta regulación en temas de venta de cachorros en redes sociales y criaderos. “Mientras no exista una regulación como tal, la gente va a seguir haciendo lo que le da la gana”.
“La peor idea es poner un albergue”, dice Bellolio. Ella cree que es una obligación de los municipios y del gobierno, quienes “se han lavado las manos” respecto a los animales callejeros. La organización Urbanimal dentro de la secretaria de salud se encarga de la fauna animal. Esta organización es la que debería encargarse del problema de perros callejos conjunto con otras entidades. La doctora Karina Pisco, coordinadora de Urbanimal, considera que la educación es importante. Ella dice que “hay que enseñar a los niños” los derechos de los animales. De esta manera, aunque tome años, las nuevas generaciones crecerán con el respeto a los animales.
Pisco comenta que Urbanimal trata de controlar la población de animales urbana de tres maneras: campañas de esterilización móviles en barrios de pocos recursos, crear puntos fijos de esterilizacion en todas las zonas y, por último, la estrategia de “atrapar, esterilizar y liberal”. Esta última consiste en tomar los animales abandonados, esterilizarlos y liberarlos una vez que se han recuperado. Pisco comenta que algunos de estos animales son puestos en adopción en los centros fijos.
Urbanimal también ha comenzado a trabajar con algunos refugios, como PAE, para las esterilizaciones móviles. Esto, según Pisco, se logra firmando convenios para que los refugios puedan hacer sus campañas de esterilización sin intervenciones de las autoridades metropolitanas. Urbanimal solo firma sus convenios con los refugios que se han hecho “legales”, pues deben tener cuidado de los refugios falsos.
Si no se puede donar se da la opción de apadrinar un animal. “En verdad un granito de arena hace la diferencia”, cuenta Cuesta mientras recuerda como, de dólar en dólar, se han conseguido grandes cosas.
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