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¿Saben la historia detrás del inicio de las fiestas de Quito?

Por Daniela Chacón

Hace años los quiteños decimos que las fiestas de Quito ya no son lo mismo, que se han perdido muchas de las tradiciones y que éstas se han reducido a conciertos de artistas internacionales, que nos hacen bailar por supuesto, pero, ¿qué tanto nos recuerdan a Quito? ¿Qué es lo que se supone debemos celebrar en estas fechas?

Más allá de la fundación española de Quito y de las tradiciones milenarias de quienes habitaron estas tierras mucho antes de que los españoles llegaran, hace sólo 58 años se empezaron a dar festejos por la ciudad durante el 5 y 6 de diciembre y que con el pasar de los años se convirtieron en lo que hoy conocemos como las Fiestas de Quito.

Cuenta la historia que en noviembre de 1959, después de una partida de cuarenta, César Larrea (entonces Jefe de Información del diario Últimas Noticias), Luis Alberto (Potolo) Valencia, Gonzalo Benítez y Luis Banderas estaban hablando sobre la “fundación” de Quito y cómo rendir un homenaje a la ciudad. En esas épocas, solamente había una sesión solemne del Cabildo quiteño y a ellos se les ocurrió que una manera de hacerlo, era revivir la encantadora serenata quiteña, recuperar el albazo quiteño.

Y así se lanzó la primera convocatoria, a través de Últimas Noticias, para que los quiteños salgan la noche del 5 de diciembre a cantar a Quito. César Larrea cuenta que fue sólo hasta 1961 que realmente tuvo éxito este llamado y ese año la plaza Grande se llenó de gente que fue a escuchar al dúo Benítez/ Valencia y la orquesta Santa Cecilia cantar a la ciudad y sus habitantes. Fue un acontecimiento inolvidable ya que hasta el Presidente del Ecuador, Carlos Julio Arosemena, salió a la plaza a gozar del evento. Y cuando la plaza estaba más llena, la gente gritó: ¡Viva Quito! Una tradición había nacido.

Tuve la suerte de conocer a César Larrea desde que era muy pequeña y lo recuerdo siempre hablando con cariño y nostalgia de Quito. No fue sino hasta muchos años después que realmente dimensioné con quién había tenido el gusto de conversar y entender qué había detrás de esa celebración a nuestra ciudad. Para César, las Fiestas de Quito no estaban relacionadas a recordar la fundación española de la ciudad, sino a conmemorar a Quito. Él hablaba de la exaltación de la quiteñidad y de la unidad nacional, pues desde siempre Quito fue una ciudad que acogió a ciudadanos de otras provincias del Ecuador y ahora de otros países del mundo entero. Y precisamente por eso es que él consideraba que se requerían momentos para cultivar la quiteñidad y generar un sentido de identidad y pertenencia a la ciudad que acogía a propios y extraños. Pero también era una oportunidad para olvidarnos de nuestra penas y levantar nuestros ánimos. Las Fiestas de Quito debían ser un motivo de alegría, un motivo de salir a las calles de nuestro barrio a bailar el Chulla Quiteño y tomarnos un canelazo.

A raíz de esta idea empiezan a surgir otras que hoy nos parecen ya cotidianas. Se crean canciones en homenaje a la ciudad y a las fiestas. En 1964, el Municipio crea un Comité de Fiestas para organizar todos los actos especiales. El Desfile de la Confraternidad nace en 1965, la elección de la Reina de Quito en 1966 y el Campeonato Mundial de Cuarenta en 1969.

César Larrea falleció hace pocos días y considero que el mejor homenaje a su entrega por la ciudad es conocer su historia y los motivos detrás de las Fiestas de Quito. La ciudad ha crecido y con ella la distancia entre los vecinos. Cada vez hay menos festejos en los barrios y el consumo de alcohol incrementa. Las fiestas ahora están sólo en los grandes conciertos de artistas internacionales y en la pelea sobre si las corridas de toros deben volver o no.

Pero ése nunca fue el sentido con el que César Larrea impulsó la serenata a Quito, sino el celebrar a nuestra ciudad y todos sus habitantes (nacidos aquí o no), recuperando el sentido de festejar en las calles como sitios de encuentro, fraternidad y convivencia. Es momento de volver a preguntarnos qué significa ser quiteño y cómo podemos celebrar a nuestra ciudad de una manera que nos vuelva a unir y que fortalezca nuestro sentido de pertenencia y amor por la carita de Dios.

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