‘Tayos’: relato de un mundo bajo nuestros pies, desde la mente de su creador

Por Reinaldo Endara
La historia se ambienta -en un principio- en las décadas de 1960 y 1970, y narra las primeras expediciones al mundo subterráneo de mitos, realidades e historias que encierra la Cueva de los Tayos, ubicada en la provincia de Morona Santiago, en el Oriente ecuatoriano.
Esa historia llega hasta los tiempos actuales, pero se cuenta a través de saltos temporales, recreaciones de época con actores y una narrativa sutil, que deja una mezcla de sensaciones y que aporta conocimiento. Se trata de ‘Tayos: hay un mundo bajo tus pies’, un film ecuatoriano, dirigido por el español Miguel Garzón y producido por Cámara Oscura.
Garzón cuenta que es una película documental, que se estructura desde una visión mística y científica, que incluye su punto de vista artístico; y que se complementa con testimonios de personajes que de una u otra forma se relacionaron con estos eventos poco conocidos, pero no por eso menos importantes para la historia del mundo y del país.
La Caja Negra dialogó con el cineasta para conocer la historia detrás de este film: su concepción, su ejecución y su conclusión; y a continuación se la contamos a través de su testimonio.
“Creo que esas cosas que sentí en un momento inicial se plasmaron en la película, que tiene elementos de documental histórico. Es decir, episodios históricos recreados con actores, lo que fue un acierto y creo que se disfrutan mucho. Tiene también su dosis de misterio, de suspense, de documental científico, porque también hay una mirada científica sobre la cueva. Esas multidimensiones que percibí cuando escuché por primera vez de la Cueva de los Tayos eran reales y están en la película. No sé cómo las combinamos, pero lo hicimos de la forma en que se hace el arte, es decir de una forma no tan racional, un poco instintiva.

Intérprete de Juan Moricz/Cortesía de la producción
Un día íbamos a un rodaje para un cliente junto con Jimena Villarroel -que es la productora de este film- y conversábamos de posibles temas para proyectos personales y me habló de la Cueva de los Tayos. Enseguida pensé que el tema era muy interesante por los personajes, que me parecían muy carismáticos; porque tenía muchas anécdotas, muchos elementos históricos: estaban ahí los mormones, los masones, Neil Armstrong…
Todo sonaba como muy rico, muy cinematográfico. Además estaba el tema de que la cueva podía resultar un lugar espectacular y muy bonito para la hora de filmar. Y así fue.
Así nació la idea y luego tuvimos dos eventos que lo precipitaron todo. El primero: un fin de semana vinimos a la productora y grabamos la primera entrevista, solo decidimos darle REC a la cámara y todo se puso en marcha, ya era algo concreto.
La segunda: me acuerdo que estábamos celebrando Navidad en España, cuando salió la convocatoria del Consejo Nacional de Cine y ya no hubo excusa. Nos sentamos a escribir la escaleta y a armar el proyecto.
Si no hubiéramos decidido grabar esa primera entrevista y no hubiéramos estado pendientes de ese concurso, todavía se hubiera demorado mucho más y se habría quedado en la fase de la ensoñación, en la que se quedan muchas veces los proyectos.
Para la primera entrevista contactamos a Rafael Calderón, que es uno de los personajes que sale en el documental, y me parece que es uno de los representantes de lo que yo llamo la visión mística esotérica espiritual sobre la Cueva de los Tayos. Después contactamos con Theofilos Toulkeridis, que es un geólogo que vive en Ecuador desde hace muchos años y que sabe sobre cuevas en Ecuador, pero hasta aquel momento no había estado en la Cueva de los Tayos. Cuando le hablamos del proyecto se ilusionó enseguida y tuvimos la sensación de que teníamos dos pilares sobre los que podíamos construir la historia.
Pero esta historia parte de una ya existente. La Cueva de los Tayos ha sido conocida por la comunidad Shuar desde hace mucho tiempo, pero saltó a la palestra mundial en 1969, cuando un húngaro nacionalizado argentino, llamado Juan Moricz, se presentó en el despacho de un abogado de Guayaquil, Gerardo Peña Matheus -que también aparece en el documental- diciendo que había descubierto una cueva en el oriente del país y en ella una librería metálica con la verdadera historia de la humanidad.
Ese episodio pone en marcha toda la trama, que para unos son mitos y para otros son hechos reales, todo alrededor de la Cueva de los Tayos. A mí me parecía que algunas de estas cosas debíamos graficarlas con actores, en lugar de que simplemente las contaran los entrevistados.

Expedición de 1969/ cortesía de la producción
En el film contamos el momento en que Moricz llega a Ecuador, cuando anuncia su descubrimiento, luego la primera expedición oficial que se hace a la cueva… Después, del episodio en que Von Däniken llega a Ecuador, en 1973, porque había oído de la Cueva de los Tayos, que da lugar al libro “El oro de los dioses”, que se convirtió en un best seller mundial, pero que fue muy polémico porque Moricz siempre negó que hubiera llevado a Von Däniken a la cueva. Pese a eso fue un libro importante, porque muchos piensan que ese texto fue el que dio lugar a la expedición ecuatoriano-británica de 1976 y en el film graficamos un poco cómo se gestó esa expedición.
Para otros episodios localizamos -por ejemplo- a un sobrino de Velasco Ibarra (que fue Presidente durante la época que recrearon) que es igualito a su tío y habla y gesticula igual que él. Entonces salieron algunas coincidencias bien llamativas.
Ya en el proceso de filmación -que arrancó en 2014- fuimos dos veces a la cueva, dentro de la que acampamos varios días y noches… y vamos a dejar un poco eso en el aire, para que el espectador deje volar su imaginación; pero obtuvimos muy buen material y nos planteamos en algún momento regresar, aunque sentí que nuestra experiencia había sido esa; sentí que ese había sido un poco nuestro viaje y que con eso debíamos hacer la película y -de hecho- ahí estaba la película. Si hubiésemos necesitado más material, hubiéramos tratado de volver, pero las cosas tienen su propio tiempo.
Todo este proceso nos tomó cinco años. Empezamos a caminar a finales de 2012 y estrenamos a finales de noviembre de 2017. Es verdad que no hemos dedicado estos cinco años por completo al proyecto, pero al final han sido cinco años. A veces es aún un poco laborioso hacer dinero en cinematografías que no sean Hollywood, Nueva York o unas pocas industrias más. A veces nos cuesta a los cineastas sacar proyectos adelante, porque muchas veces vivimos de lo que hacemos mientras tratamos de lanzar esos proyectos.
En estos cinco años de poner en marcha el proyecto, hicimos bastantes entrevistas previas, bastante investigación, y mucho de ese material recopilado se quedó fuera de la película. Incluso hay un ausente importante en la película -me parece-, tanto que a veces me pregunto si no debí dedicarle un capítulo a algún personaje ligado a la Cueva de los Tayos, que finalmente no tuvo entrada en la edición, pero no estoy seguro.
En fin, eso ya lo decidimos el momento de la edición. Primero hicimos una que era un tanto lineal, algo cronológica y luego -en la última etapa- le pedí a una editora mexicana –Laura Calderón– que se viniera a Ecuador a ver si terminábamos la historia y con ella hicimos una edición más circular, en la que se combinaba el presente con el pasado y las cosas se fueron dando. Logramos contar nuestro viaje personal a la cueva, mezclado con personajes históricos habían vivido también.

Neil Armstrong/ cortesía de la producción
A nivel personal, dos cosas me gustaron mucho del proyecto. Una, que realmente me dio la oportunidad de conocer el mundo que hay bajo nuestros pies. La Cueva de los Tayos es realmente espectacular, es impresionante, pero recuerdo que en un entrenamiento en la “Garganta de Dino” (otra cueva) dije “wau, esto es súper bonito”. Hay unos paisajes ahí adentro, que para la gente que le gusta el mundo de la imagen resultan fascinantes: hay texturas que puede iluminar de formas muy sugerentes. Eso me encantó y la Cueva de los Tayos lleva eso a un nivel superior, porque es espectacular, pero es todo un mundo bajo nuestros pies -por así decir-, que no es exclusivo de esa cueva, porque esos paisajes existen en otros lugares, y para mí fue un gran privilegio conocer.
Luego disfruté del rodaje de los episodios históricos. Tuvimos percances y anécdotas, como suele pasar siempre en estos procesos, pero me parece que todo fue como muy sencillo y lo disfruté mucho.
Estoy seguro de que no me dejó un aprendizaje, sino muchos. Es un proyecto por el que tengo mucho cariño y del que disfruté muchísimo y mucho más en la edición, que duró más de un año, porque se consiguió que ‘Tayos’ no fuera un reportaje o una especie de programa que uno vería en la televisión o un noticiero, sino que realmente transmitiera algo, que no solo hablara de los episodios históricos más relevantes de la cueva, que no solo presentara información sobre la cueva -tanto de su pasado como de su presente- sino que le dejara al espectador una sensación: ‘Tayos’ tiene un valor artístico, no solo informativo, sino de esa experiencia.
No sé en qué influirá esta película en mis proyectos futuros, pero sí sé que las temáticas que se tratan en este film me gustan y que tiene que ver con lo misterioso, con lo profundo y temas sobre los que se puede hablar desde una perspectiva más científica y racional, que den esa posibilidad de explorar desde distintas dimensiones y que no solo sea racional e informativo, sino que sea sensible y en ‘Tayos’ lo pude explorar un poco”.
Esa es la historia que cuenta Miguel, desde su experiencia como director de ‘Tayos: hay un mundo bajo tus pies’ -en la que participaron alrededor de 70 personas de distintas nacionalidades- pero que cada uno puede seguir y valorar como considere, no sin haberla visto antes. Actualmente se encuentra en todas las carteleras de cine locales.