Consulta Popular

Votar SÍ, votar NO: el castigo directo a Jorge Glas

Que la pregunta uno del referéndum propuesto por Lenín Moreno busque condenar a los políticos que incurran en actos de corrupción no tiene nada de malo. Es decir, cualquier sanción que se pueda aplicar para quien comete actos ilícitos aprovechándose de su cercanía al poder es sana, y eso nadie lo discute.

Es altamente recomendable, de hecho, lo propuesto por el Ejecutivo, de imposibilitar a quien haya sido hallado culpable por este tipo de delitos de la vida política del país. Así, la sociedad se puede evitar el bochornoso espectáculo de ver una y otra vez en las papeletas de votación a políticos que intentan regresar al poder después de haberse demostrado hechos de corrupción en su contra.

La idea es altamente popular porque quién en su sano juicio se opondría a alejar a los corruptos de la esfera política del país; y aún así no solo se quedó en eso la propuesta. Asimismo, la pregunta 1 propone que quienes hayan sido declarados culpables por actos de corrupción perderán sus bienes para compensar al Estado ecuatoriano por los perjuicios generados a partir del ilícito.

A simple vista, todo parece ser parte de una intención sana de Moreno por mejorar el escenario político del país. Pero detrás, siempre, hay oscuras intenciones.

Que la pregunta aparezca poco después del escándalo de corrupción que envolvió al ex vicepresidente Jorge Glas no es una coincidencia. De hecho, la debacle del hasta hace poco segundo mandatario inició con la ruptura pública que éste hizo con Lenín Moreno. A partir de entonces, la justicia empezó un sistemático ataque al entramado de corrupción del caso Odebrecht.

Y si bien el anhelo del presidente de deshacerse de una buena vez de su compañero de fórmula se concretó cuando Glas fue sentenciado a seis años de prisión y con esto perdió la posibilidad de regresar a tiempo a sus funciones, es también cierto que Moreno no quiere tomar riesgos.

De aprobarse la consulta, la carrera política de Glas quedará sepultada definitivamente, y el viejo fantasma que venía persiguiendo a Moreno desde que asumió la presidencia habrá desaparecido totalmente. No solo eso, sino que el golpe lo recibe también Rafael Correa, quien pierde a uno de sus hombres de más alta confianza como cuadro candidatizable para cualquier otro cargo.

Con la vicepresidencia en sus manos, su obstáculo inmediato superado y su opositor más importante mermado en sus fuerzas políticas, Moreno ha logrado hacer de la pregunta uno una de sus mejores armas para enfrentar al correísmo.

Al final, las buenas intenciones de la pregunta 1 terminan, nada raro en la política, al servicio de jugadas políticas más profundas y personales. Que el “no” ganara en esa pregunta sería preocupante, pero también lo son las razones que motivaron a que esa propuesta apareciera.

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