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Votar SÍ, votar NO: Rafael Correa desaparece

Por Sharvelt Katán

Más allá del debate de la alternabilidad como instrumento de saneamiento de la democracia —debate que por cierto no tiene solución final—, cabe preguntarse qué motivaciones hay detrás de aquel discurso.

Claro, cuando se habla de alternancia, esta se refiere siempre la de la persona que ostentará un alto cargo. Por ejemplo, es necesaria la alternancia en el poder ejecutivo para que un solo hombre no controle la máxima función del Estado por demasiado tiempo, y el pueblo pueda respirar nuevos aires y decidir con cautela. Eso es sano, indudablemente, y permite que la democracia siga su rumbo.

Eso es lo que la segunda pregunta, en apariencia, propone. Lo curioso es que el discurso de la alternancia en los miembros del actual movimiento Alianza PAIS, sea variable. Hasta hace poco más de un año, para algunos de los hoy funcionarios del régimen, era impensable quitarles a los ciudadanos la posibilidad de reelegir a alguien que, por su labor en la presidencia, creyeran que lo merecía, pero hoy el tema es distinto.

Con la llegada de Moreno al poder, sus hombres de confianza se hicieron eco de esa idea de que no es sano que alguien permanezca demasiado en una alta función del Estado. Y claro, es obvio que ese alguien, en Ecuador, tiene nombre y apellido específicos: Rafael Correa.

Porque lo que sí parece cierto es que, más allá del interés patriótico por la democracia, lo que el gobierno de Moreno quiere es borrar la posibilidad de que el correísmo vuelva al poder. Y es que sin la posibilidad de que el máximo líder de la “ex Revolución Ciudadana” aparezca en la lista de binomios del 2021, a Correa y sus aliados les queda durísimo el camino a Carondelet, tomando en cuenta de que no hay otro cuadro, por ahora, con posibilidades de alcanzar la presidencia.

Si queremos hablar de alternancia a nivel político, el debate debería ampliarse a si es válido o no que un partido o movimiento, cuyo candidato triunfó en las elecciones pasadas, presente un candidato para las siguientes. Porque la alternancia también debería trasladarse al terreno partidista-ideológico.

Sin embargo, está claro que el interés del Ejecutivo no es generar un sistema democrático más saludable, o al menos no directamente, sino eliminar a un antagonista del camino —el otro, que era Guillermo Lasso, perdió su carrera política cuando gano el “sí” en la última consulta popular sobre paraísos fiscales—.

Las posturas acerca de si la permanencia ilimitada en el poder es recomendable o no siempre han dependido más de los intereses políticos de las personas, o de sus subjetividades, y eso ha hecho que el debate por momentos se debilite o se fortalezca, y eso sí es un fenómeno democrático indiscutible.

Pero por ahora queda abierta la posibilidad de que la eternización en el poder deje de ser parte de la vida política del país, y aunque fuera un hecho valioso para la democracia, sus motivaciones no dejan de ser oscuras, personales y revanchistas.

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