Yo marcho por la igualdad y libertad

Por Ricardo Chica Reino* / Fotografía de Ricardo Guanín
Regreso a ver a todas partes, veo personas acompañadas de sus seres amados. Aquí, en este espacio, no importa tu género, tu sexo ni tu procedencia. Lo único que puedo distinguir en estas calles cerradas es el amor por uno mismo y para el prójimo. Centenas de personas cantan a una sola voz letras de artistas inspiradores, otros gritan a favor de la persona que está en frente, empoderándola y, así, todos construimos un ambiente ejemplar en el que muchos propósitos se demuestran claramente, excepto el mío.
Como punto de partida expongo este primer párrafo porque tiene muchos aspectos particulares. Puedo comenzar recalcando que así fue como me sentí la primera vez que asistí a una marcha del orgullo de la comunidad LGBTIQ+. Había pasado por muchísimo para ese entonces, pues ya había ‘salido del clóset’ con mis familiares y con las personas más allegadas. Sentía que estaba listo para salir, con mi confianza altiva, a las calles de la ciudad en la que resido y mostrarme seguro de mí mismo. A mi familia no les conté con mayor detalle al lugar que me dirigía con tanta premura.
Al incorporarme a una marcha del orgullo LGBTIQ+, sentí la misma incertidumbre y desasosiego que muchas personas sintieron a medida que el evento se desarrollaba. Sin importar los caracteres de identidad que éstas y estos tenían, me di cuenta de que para la gran mayoría era la primera ocasión que se daban cita en la calle. Sin embargo, nos unía esa satisfacción de haberlo logrado; así, la curiosidad por saber quiénes eran los organizadores crecía, y también queríamos saber cuáles eran las razones exactas por las que nos disponíamos a marchar.
Escuchaba a muchísimas personas dar entrevistas a medios de comunicación. Autoridades, padres de familia, activistas, aliados y miembros de la comunidad LGBTIQ+ hablaban, frente a una cámara, con cierta seguridad sobre conceptos básicos y/o problemáticas sociales. Me imaginé en sus zapatos y me cohibía, pues no tenía ni la mínima idea del porqué me encontraba marchando.
¿Es éste un mero desfile o una oportunidad para visibilizar políticas y decisiones que afectan a personas?
La conclusión a la que llegué ese día (lleno de colores, consignas y performances artísticos) fue clara. Es irrelevante si eres o no miembro de la comunidad LGBTIQ+. Si asistes a una manifestación debes tener conocimiento y noción del trasfondo de la gran convocatoria.
El avance ha sido grande desde aquel llamado a la acción que me dejó mi primera marcha. Comencé a juntarme con personas de mi comunidad académica. Pensé que ellos compartirían mi visión sobre la discriminación y problemáticas que sufre la comunidad LGBTIQ+ ecuatoriana. Empaparse del conocimiento necesario es fundamental si es que quieres, de alguna manera, vincularte con esta minoría. Escuchamos a la gente que organiza grandes eventos a favor de una causa social decir “no necesitas ser de la causa para apoyarla”; y es cierto hasta cierto punto. Sin embargo, sostengo que el dilema no es solamente pertenecer o no a la causa, sino a través de tu formación individual apuntar a la erradicación de trabas a las que como comunidad nos vemos expuestos. Pero, el dilema no es ‘ser o no ser’ íntegramente, sino que toda acción debe estar acompañada del ‘saber o desconocer’.
Desde mi entorno, el trabajo progresivo de movilización social, activismo académico y proyectos ambiciosos para la comunidad LGBTIQ+ , me ha ubicado en la magnitud histórica de lo que implica asistir a una marcha del orgullo:
El agradecimiento a mis compañeras trans
Desde el año 1997 decidieron salir a las calles del Centro Histórico de Quito para expresar su disconformidad con la legislación de la época que penalizaba la homosexualidad. Esta fue la piedra angular base de todos los pasos que hoy en día damos por el reconocimiento de derechos.
La disconformidad con la educación ecuatoriana
El desajuste en los estereotipos de la sociedad ecuatoriana da paso al bullying homofóbico que se manifiesta a través de intimidación, amenazas, violencia física y psicológica que aumentan el riesgo de suicidio en niños, niñas y adolescentes. Creo en una educación integral orientada a desarrollar libremente la personalidad humana sin ningún tipo de represión moral conservadora.
La lucha en la que nos encontramos por alcanzar el estatus de iguales
Indistintamente de nuestra sexualidad, sabemos que somos iguales por el simple hecho de ser seres humanos. Sin embargo, no es necesario reconocerlo solamente. Necesitamos que el marco jurídico ecuatoriano reconozca que los ciudadanos de este país, sin distinción alguna, tienen los mismos derechos y obligaciones. La institución del matrimonio y la adopción están vigentes solamente para parejas de diferente sexo. Creo en un Ecuador en el que puedas cambiar caracteres de tus documentos legales, casarte con la persona que amas, adoptar hijas e hijos en base a los derechos de libre desarrollo de tu personalidad, planificación familiar y libertad de expresión, amparados en la Constitución Ecuatoriana y los máximos tratados de Derechos Humanos que nuestro país ha ratificado.
¡Por eso marcho el sábado 30 de junio de 2018 junto a mis semejantes! Consciente que estamos en una sociedad cambiante y transformadora. Consciente que la victimización no es la vía, la visibilización sí.
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*Voluntario en la organización de la marcha del orgullo LGBTI